ISBN 0124-0854
N º 151 Febrero de 2009
Bienvenidos al desierto de lo hiperreal
Por : Gérard Imbert *
Dentro del proceso de espectacularización que padece la cultura mediática , la televisión , hoy , ha dejado de ser “ ventana al mundo ”, fiel reproducción de la realidad objetiva , para convertirse en espacio de proyección , espejo del sujeto . Se privilegia lo inmediato , la relación afectiva , proyectada en relatos , lúdicos unos , ficticios otros . Éstos se desenvuelven a la vez en lo verbal ( importancia de la oralidad , de la confesión en este nuevo dispositivo ) y al mismo tiempo en lo no-verbal , el mundo de lo emotivo en el que el sentido es secundario en relación con el sentir , privilegiando un régimen conversacional ( Bettetini ).
Con la postelevisión , como la he llamado , la que emerge en la década de los 90 , se da un paso más . Vinculada a la aparición de la telerrealidad , se plasma en la creación de “ mundos posibles ”, pero ya no regidos por la imaginación como en la ficción , sino por la invención de universos imaginarios engendrados por y desde el medio , que ya no escenifican contenidos narrativos estructurados sino , simplemente ( y eso constituye una nueva forma de narratividad ), la relación misma , el contacto entre protagonistas de estos nuevos juegos televisivos . Han nacido los reality shows .
Después de la espectacularización del mundo , viene la espectacularización del individuo , de lo vivencial en sus aspectos positivos y negativos . Los realities de segunda generación , tipo Gran Hermano , instauran lo relacional como nueva categoría referencial : lo que interesa no es lo que pasa ― en términos de acción narrativa ― sino las relaciones internas que establecen los concursantes , sus constantes estrategias de interacción y negociación , la permanente construcción / deconstrucción de su identidad .
La neo-televisión se recreaba en un juego con la realidad : la creación de una realidad sui generis , ni auténticamente documental ni del todo ficticia , pero simulando , mediante el directo , la realidad vivencial . Se sacralizaba así una nueva forma de cotidianidad ( al margen de las comunidades existentes ) donde el principal envite era revelar su identidad “ verdadera ”, realizarse como sujeto , en este caso sujeto televisivo , y desvelar su intimidad .
Representarse a sí mismo , “ jugar a ser sí mismo ” ― es decir , en términos semióticos , construirse un
personaje ―, jugar a estar juntos , tal podría ser la finalidad de estos programas , dentro de una total