N º 153 Abril de 2009
ISBN 0124-0854
N º 153 Abril de 2009
los casis y de los nombres y de los tiempos. Cuando el demonio quiere perder a alguien, comentaron en la parroquia, hace como la avispa guitarrera con la araña polla: gira, volando, una y otra vez encima de ella, mientras la araña chilla: pío, pío, como una gallina clueca que no sabe para dónde coger. Cuando la tiene quieta y erizada, se deja caer en picada y le clava la ponzoña en un punto del cerebro que ella sí sabe, dejándola paralizada. Luego, tranquilamente, pone los huevos entre los pelos y, con el calor de la araña inválida, empollan las larvas. Así el diablo le tocó con una garra al santo Casimiro un punto en la cabeza que él conoce y, entonces, toda la masa redonda se contrae, tiembla como un gusano mojojoi y su dueño, que ya no lo es porque así se lo despoja de la razón, se desorienta, puede elegir, de una manera aparentemente muy sabia, el más peregrino y angustioso camino, o puede desandar lo caminado y negarse a sí mismo. La cosa, sin embargo, no paró allí. La gente empezó a dudar de todo: la tierra no es la tierra, los árboles son apariencias, el agua es sed, hambre la comida, la mujer el diablo, el hombre un Belcebú cualquiera, los niños son sabandijas y aves de rapiña las pobres gallinas. Nada es como parece y lo mejor es salir corriendo, lo cual tuvo, como consecuencia, una romería hacia la ciudad, abandonando muebles, fincas, animales y haciendas.
Trajeron al señor obispo, le quitaron al cadavérico cura la mordaza para confesarlo y ver si se lo podía absolver, pero solo gritó que ese obispo no era obispo sino una dignidad del infierno y tanto dio en sus negaciones aun de las mismas negaciones, que el obispo hizo traer una soga y lo colgó de una viga de la sacristía, pero no se ahogaba porque nada había dentro de la sotana, estaba vacío, puesto que había logrado negarse y él no era él. Lo rellenaron con todos los objetos del culto: copón, custodia, peana, camándulas y luego aserrín y piedras, logrando así que entregara el alma mitad mitad: a Dios lo que es de Dios y lo que es del diablo al demonio. Se hizo correr la bola de que se había ahorcado de desesperación por no hallarse a sí mismo, pero nadie, que se sepa, regresó jamás al pueblo.
* Enrique Buenaventura( Cali- Colombia, 1924-2003).