ISBN 0124-0854
N º 149 Noviembre de 2008 han dudado de la bondad de la ley , de la intrascendencia del mundo privado , y han propuesto modelos alterativos de orden político donde el conflicto y la guerra pudiesen tener también su espacio para la reflexión . En fin , se ha caminado mucho en los contenidos de la ciencia política , en la definición sobre sus alcances y posibilidades , en sus retóricas , en sus temáticas y sus formas de medición y análisis , pero lo que pretendo rescatar acá , es que el mito de la caverna de alguna manera es una invitación a la ciencia de la política , pues traza un primer esquema de conocimiento y le otorga un sentido práctico y referido a la realidad , al quehacer de quienes incursionan por estos terrenos .
Hay una frase en el relato platónico , en el mito de la caverna , que me sigue pareciendo inquietante y que es precisamente la que me permitiría continuar la historia , prolongar el mito y encontrarle nuevas aristas a esa narración inagotable que ha fascinado desde siempre a la humanidad y es la siguiente : cuando Platón les dice a quienes han conocido el mundo de las ideas que deben retornar al melancólico mundo de las cuevas , añade un imperativo más , les demanda que deben “ ver en la oscuridad ”; y uno pudiera preguntarse : ¿ por qué sería necesario hacerlo , si allí no habría nada digno de ser conocido , si lo que ocurre por esos entornos es equívoco , miserable y triste , si las ideas serían precisamente las
herramientas destinadas a derrotar las tinieblas y sacar a los seres humanos del encierro , de la ignorancia y aislamiento , si la caverna está destinada a desaparecer cuando se configure la Polis , qué es lo que habría que ver allí ?
¿ Que querría decir el autor con eso de “ ver en la oscuridad ”? A mi juicio , hay una llamada para ocuparse también de ese magma aparentemente indeterminado , azaroso y contingente , de ese universo de quienes viven por fuera de la Polis , sin Ley y , por tanto en el desorden y en el caos de la vida social . Preocuparse por ver en la oscuridad significaría que dicha condición también puede ser objeto de conocimiento y reconocimiento , que es preciso indagar sobre el sentido del desorden , sobre las razones del caos , sobre sus lógicas y sus gramáticas , sobre lo que realmente ocurre y cómo transcurre la vida de aquellos que por diversas circunstancias estarían por fuera del orden creado por la Ley o en la periferia de la Polis , y preguntarse si así como el orden tiene reglas , las tiene también el desorden , que sólo sería tal si se lo compara con el primero , pero que puede tener regularidades , permanencias , repeticiones y algunas certezas , sin cuyo conocimiento cualquier orden pensado desde lo alto , desde las cumbres del saber y del conocimiento , y por tanto luminoso y coherente , estaría condenado a fracasar , porque sus