Agenda Cultural UdeA - Año 2008 MARZO | Page 9

ISBN 0124-0854
N º 141 Marzo 2008 inventarnos colectivamente como especie. La inteligencia colectiva apunta menos al dominio en sí por las comunidades humanas que a un ceder esencial que tiene que ver con la idea misma de identidad, de los mecanismos de dominio y de desencadenamiento de conflictos, de liberalización de una comunicación confiscada y de reactivación mutua de pensamientos aislados.
Supóngase que estamos ante una especie en la que cada miembro tiene buena memoria, es observador y astuto, pero todavía no ha logrado la inteligencia colectiva de la cultura por falta de lenguaje articulado. ¿ Cómo inventar el lenguaje cuando no se ha hablado jamás, cuando ninguno de los ancestros ha proferido jamás una oración, cuando no se tiene ejemplo ni la menor idea de lo que puede ser una lengua? Tal es nuestra situación presente: nosotros no sabemos lo que debemos creer, lo que quizás ya hemos comenzado a esbozar vagamente. En algunos miles de años, sin embargo, el homo habilis se convirtió en sapiens, atravesó tal umbral, se lanzó hacia lo desconocido, forjó la tierra, los dioses y el mundo infinito de la significación.
Pero las lenguas están hechas para comunicar dentro de pequeñas comunidades“ a escala humana” y quizás para garantizar relaciones entre tales grupos. Gracias a la escritura, hemos atravesado una nueva etapa. Esta técnica ha permitido un aumento de eficacia de la comunicación y de la organización de los grupos humanos mucho más importante que lo que hubiera permitido la simple palabra. Fue, no obstante, al precio de una división de las sociedades entre una máquina burocrática de tratamiento de la información funcionando con la escritura, por una parte, y personas“ administradas”, por la otra. El problema de la inteligencia colectiva es descubrir o inventar un más allá de la escritura, un más allá del lenguaje, de tal manera que el tratamiento de la información sea distribuido y coordinado por todas partes, de manera que no sea más privativo de órganos sociales separados, sino que se integre, por el contrario, de manera natural, a todas las actividades humanas y regrese a las manos de todos. Esta nueva dimensión de la comunicación debería evidentemente permitirnos poner en común nuestros conocimientos y