ISBN 0124-0854
N º 140 Febrero 2008
Probará que esto del tropo no es tan artificial como algunos se figuran . Y en verdad que no lo es : la gente , lo mismo de escalera abajo que de alto coturno , se inventa , al par que sus voces , cuanta figura retórica registran los tratadistas . Campesinos conocemos que las cometen a su modo tanto como Nicasio Gallego , si no más que el padre ilustre .
Actualmente tenemos en esta capital , no propiamente una derivación , sino un caso de tropo , de lo más gracioso y expresivo . Queremos referirnos a la palabra “ venenete ”, tan en boga en estos momentos léxicos . Su desinencia en “ ete ”, tan extraña a la formación de los diminutivos en Colombia , la hace más original y pintoresca . Ojalá perdure y la reciban en el acervo los árbitros de nuestra lengua . Si no ... ¡ peor para ella !
“ Tener o poner venenete ”, se dice ahora para significar infinidad de cosas , casi todas gratas y plausibles . ¿ Qué puede tener “ venenete ”? ¡ Vaya usted a enumerar !
Tiene “ venenete ” la mujer que , sin ser una beldad precisamente , sugiere algo agradable o poderoso con su garabato , su salero o su picante . Lo propio puede acontecerle a cualquier feo que tenga alguna gracia .
¿ Pues el “ venenete ” en las acciones ? Es de cajón en un gesto decidor , en un ademán de desenfado , en la caída de unos ojos , en el plegarse o desplegarse de unos labios . Lo es
en el ritmo de un andar , en la manera de sacar los pies , en las inflexiones o en el timbre de una voz , en el terciarse una capa , en la postura de un sombrero , en el revolar de un abanico , hasta en el modo de partir el queso .
Pero no es esto sólo : hay otros “ venenetes ” que , sin ser de cajón , ni de hermosuras , ni mucho menos de perfecciones , son , sin embargo , los más letales : unas cuantas pecas saltonas en una carita de pizpireta , cierta bizquera atenuada , unos colmillos medio encaramados , una boca bien grande ; en fin , ¡ tantos desperfectos mortales ! El veneno en el defecto hace más estragos que en la armonía de todas las partes . Díganlo , si no , Byron y la duquesa de Éboli .
A todo se le pone el “ venenete ”. ¡ A todo ! Al baile , cuando se subraya el aire con algún efecto floreado ; al traje , cuando se acierta con el detalle que lo caracteriza o lo hace resaltar ; a la mesa , cuando , con el tono general , se da el peculiarísimo de cierto plato ; a la casa , cuando se siente en ella , no la novedad ni el lujo , sino el reflejo de su habitadora ; en el trato social , cuando , con la nobleza y la distinción , salta la chispa personal y se adivina un alma levantada . Nadie ignora el “ venenete ” que cabe en las bellas artes , ni menos , todavía , el que inoculan actrices y cantantes en las entrañas propensas . ¡ Pobres vísceras !