Agenda Cultural UdeA - Año 2007 MARZO | Page 19

ISBN 0124-0854
N º 130 Marzo de 2007 específicamente artístico y hacía de ellas una conciencia pública , un arquetipo cuyas ideas , tomas de posición , modos de vida , gestos y manías servían de patrones de conducta para un vasto sector . ¿ Qué escritor vivo despierta hoy esa arrebatada pasión en el joven de provincias dispuesto a dejarse matar por él , de que hablaba Valéry ?
Según Raczymow , para que se entronice un culto semejante al “ gran escritor ” es indispensable , antes , que la literatura adquiera un aura sagrada , mágica , y haga las veces de la religión , algo que , según él , empezó a ocurrir en el Siglo de Luces , cuando los filósofos deicidas e iconoclastas , luego de matar a Dios y a los santos , dejaron un vacío que la República debió rellenar con héroes laicos : el escritor , el artista , fueron los profetas , místicos y superhombres de una nueva sociedad educada en la creencia de que las letras y artes tenían respuesta para todo y expresaban , a través de sus mejores cultores , lo más elevado del espíritu humano . Este ambiente y creencias propiciaron aquellas vocaciones asumidas como una cruzada religiosa , de entrega , fanatismo y ambición poco menos que sobrehumanos , de las que resultarían las realizaciones literarias de un Flaubert o de un Proust , de un Balzac o de un Baudelaire , grandes creadores que , aunque muy diferentes entre sí , compartían la convicción ( era también la de sus lectores ) de que trabajaban para la posteridad , de que su obra , en caso de sobrevivirlos , contribuiría a
enriquecer a la humanidad , o , como dijo Rimbaud , “ a cambiar la vida ”, y los justificaría más allá de la muerte .
¿ Por qué ningún escritor contemporáneo escribe ya espoleado , como aquellos , por la tentación de la inmortalidad ? Porque todos han llegado al convencimiento de que la literatura no es eterna sino perecible , y de que los libros se escriben , se publican , se leen ( a veces ) y se volatilizan para siempre . Esto no es un acto de fe , como el que hizo de la literatura un quehacer supremo e intemporal , un panteón de títulos incorruptibles , sino una cruda realidad objetiva : hoy los libros no son pasaportes hacia lo eterno sino esclavos de la actualidad (“ Del aquí y del ahora ”, dice Raczymow ). Quien los escribe ha sido desalojado del Olimpo donde tronaba , a salvo de las contingencias de la vida mediocre , y nivelado con el “ vulgo municipal y espeso ” de la democracia que repugnaba tanto al aristocrático Rubén . Y a Flaubert , para quien el sueño democrático consistía “ en elevar al obrero al nivel de bêtise 2 del burgués ”.
Dos son los mecanismos que , en la sociedad democrática , han ido desacralizando la 2 Bêtise : Idiotez , imbecilidad , ingenuidad