Agenda Cultural UdeA - Año 2007 JUNIO | Page 2

ISBN 0124-0854
N º 133 junio de 2007

p r e s e n t a c i ó n

Una condición absoluta al querer rendir homenaje a la memoria de los muertos debería ser la intimidad, por un lado( que equivale casi al silencio), y, por otro, la preferi- ble referencia a sus obras y creaciones que es, al fin, lo que da sentido a la vida de un ser huma- no. De continuo, sin embargo, incurrimos en patetismo s y falsos sentimientos de bondad( del que hace el panegírico y del que ya no lo puede oír ni leer) que más bien apenan y aplazan los deseos del homenaje para un minuto, tal vez, de verdadera soledad.
Mario Escobar Velásquez, escritor; y Natalia Pikouch, profesora, traductora y ensayista, anduvieron durante muy largos años por salones, patios, jardineras y cafeterías de la Universidad de Antioquia ejerciendo el oficio de la docencia y dejando también una huella que quedó marca- da en varias generaciones que pasaron por sus manos, por su palabra, por la influencia de sus disímiles temperamentos y sentidos de la vida.
Escobar Velásquez( Támesis, Antioquia, 1928-Medellín, 2007) es autor de una obra relativamente extensa en los géneros de novela y cuento, con un reconocimiento suficiente como para decir que está al lado de los más importantes narradores colombianos, y fue durante más de 20 años director y guía del Taller de Escritores de la Universidad, dando en ello con un caudal importante de autores que, bajo su protección y también bajo su recio temperamento, hoy figu- ran en ámbitos literarios locales y nacionales.
Natalia Pikouch( Ucrania, Rusia, 1952-Medellín, 2007) contaba con una risa y un sentido irónico de la vida suficientes para querer salir muy pronto de la adusta Unión Soviética que le tocó vivir, y para amar la literatura con una altísima dosis de contagio y de utilidad para la Universidad. Ella le publicó ensayos, antologías y traducciones. La Agenda Cultural rinde homenaje en esta edición a dos profesores y creadores que trabajaron de muy buena gana en la Universidad de Antioquia y dejaron aquí y en todo su contorno una estela de gratitud y de talento que hoy se corrobora en las obras que dejaron a la sociedad y a la cultura. Como verá el lector, es un homenaje cálido y justo, sin altos ni banales tonos. Un homenaje como al oído de su memoria, que hoy vive entre nosotros.
Luis Germán Sierra