Agenda Cultural UdeA - Año 2007 FEBRERO | Page 23

ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
He escrito, pues, artículos en los periódicos por diversos motivos. El primero, en efecto, era indudablemente salir de mi habitación. En aquel entonces, escribía libros ocho horas al día. Cuando escribía libros, nunca hacía artículos. El exterior me atrapaba en los huecos y en los momentos vacíos. Cuando escribía libros, creo que ni siquiera leía los periódicos. No reparaba en lo que sucedía, ni lo comprendía. Escribir artículos era salir afuera, era mi primer cine.
Las demás razones también; no tenía dinero. Todos los artículos de Vogue son alimenticios. Las demás razones también; me lo pedían, prometía crónicas regulares a France- Observateur, y luego me veía obligada a respetar los plazos, como con Libération en 1980.
Las razones, además, por las que he escrito y escribo en los periódicos, ponen de manifiesto el mismo movimiento irresistible que me llevó hacia la resistencia francesa o argelina, antigubernamental o antimilitarista, antielectoral, etc.; y que también me indujo, como a ustedes, como a todos, a la tentación de denunciar lo intolerable de una injusticia, sea del orden que sea, sufrida por un pueblo entero o por un solo individuo; y que me llevó también hacia el amor cuando enloquece, cuando abandona la prudencia y se pierde donde halla, en el crimen, el deshonor, la indignidad y cuando la imbecilidad judicial y la sociedad se permite juzgar— sobre esto, sobre la
Naturaleza—, como si juzgara la tormenta, el fuego. Pienso, por ejemplo, en el primer artículo que escribí, y que me gustaría poner a modo de encabezamiento en el libro:“ Las flores del argelino”— como también en“ Nadine d ' Orange”, en“ Poubelle” y en“ La Planche”, hijos de la Beneficencia pública, decapitados a los dieciocho años en 1958— del mismo modo que en todas las entrevistas con Georges Figón, ese amigo mío que salía de catorce años de cárcel— pienso también mucho en Simone Deschamps de Choisy-le-Roi.
Hubo artículos provocados por el exterior y que estuve muy contenta de hacer. Hubo también los pesados trabajos, hechos para comer, de Constellation que firmaba con el nombre de mi tía, Thérése Legrand; nadie los ha encontrado. Hubo también todas esas novelas que hicimos durante la guerra un grupo de jóvenes, tampoco encontradas nunca, escritas para comprar mantequilla en el mercado negro, cigarrillos y café.
Se han perdido bastantes artículos, entre ellos uno sobre la Callas a la que nunca había visto cantar, y que me permitió vivir durante un año: no tenía elección.
He olvidado bastantes artículos. Los libros no. Los libros no los olvido. He olvidado bastante de mi vida. Excepto mi infancia, y las