Agenda Cultural UdeA - Año 2007 ABRIL | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de

El color

de las cosas

Por Alonso Sepúlveda
Un ocaso cuyo rojo perdura en un vaso de Creta
Jorge Luis Borges
Claude Monet es el nuevo maestro de una antigua experiencia, aquella que nos enseña que no hay algo que pueda llamarse el verdadero color de las cosas. La apariencia cromática del mundo es apenas eso: una apariencia. ¿ No lo hemos soslayado— comprobado acaso— en su serie sobre las catedrales de Rouen? Cualquier espíritu curioso que con mínima insistencia se dedicase a mirar las facetas del mundo vería sin sorpresa que el continuo— aunque casi invisible— cambio de colores de las mismas cosas es un hecho cotidiano.
¿ No hemos acaso asistido al incesante y casi nunca sentido espectáculo de los cambiantes colores del mar? ¿ Y no es obvio por qué, ante la misma pregunta, cada vez recibimos diferentes respuestas sobre su color? ¿ Azul, verde, verdeazul, gris o plata? ¿ O es que no se trata siempre del mismo mar?
Si en días sucesivos de una vida, o en momentos diversos de un mismo día, frente al mar— al supuesto, al inmemorial y reconocido mar, a ese tan familiar elemento de nuestra vida— tomásemos conciencia de su color, deberíamos reconocer que depende ante todo de la“ atmósfera”; de ese especial tono que al mundo le confiere la presencia o ausencia de las nubes, la cercanía o el final de la tormenta, o del amanecer o de la noche. No hay un mismo mar, hay mares de cada hora del día; hay un azul de mar cercano que en lejanía es verde mar. Todo ello es claro en el alma del poeta, aquel testigo que frente a las