Agenda Cultural UdeA - Año 2007 ABRIL | 页面 4

ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de sociedades y situaciones imaginarias, pero que advierten con antelación de las implicaciones de estos hechos en la realidad. Por eso, un tema de tanta actualidad como la posibilidad de la clonación humana ha sido tratado, de manera anticipada, en obras como El mundo feliz( 1932) de Aldous Huxley, La quinta cabeza del Cerbero( 1972) de Gene Wolfe, Donde solían cantar los dulces pájaros( 1976) de Kate Wilhelm, Las partículas elementales( 1998) de Michel Houellebecq, y la reciente obra maestra de Kazuo Ishiguro titulada Nunca me abandones( 2005).
Literatura y ciencia son para mí, como escritor, hermanos siameses. He escrito ensayos de divulgación científica con la misma pasión con que he elaborado mis novelas. De hecho, los unos se alimentan de los otros y viceversa. Mis libros de ensayo Ética y sida( 1995) y La muerte y sus símbolos( 1999) tienen su contraparte ficcional en mi novela La casa rosada( 1997). El principio de incertidumbre de Heisenberg atraviesa, de manera implícita, la atmósfera de mi novela Pensamientos de guerra( 2001). Mi ensayo, todavía inédito, que he titulado Bioética, genética humana y sociedad tiene su equivalente en la trilogía de novelas de ciencia ficción, también inéditas, que he titulado: Las casas de la muerte, Las casas de la vida y Las casas de la inmortalidad, donde recreo sociedades de un futuro cercano que
han instaurado la eutanasia sistemática, la eugenesia y la manipulación de embriones.
Más que nunca, la literatura del siglo XXI debe estar inmersa en las temáticas de la ciencia contemporánea, pues son siameses que para sobrevivir deben reconocerse entre sí y saberse alimentados por la misma sangre de los símbolos y los sueños humanos. Pienso que ya es hora de dejar de escribir de sicópatas, de sicarios y de mafiosos, y atrevernos como escritores a pensar en un mundo nuevo con situaciones que no tienen precedentes en la historia de la humanidad. Los clones, los ciborgs, los nanorobots, la inteligencia artificial, es un asunto de todos y no está limitado por geografías específicas. De igual manera, los científicos que leen o escriben literatura poseen una sensibilidad que les permite relacionar su área particular del conocimiento con el resto de saberes y con la sociedad. Los especialistas son necesarios, pero aquellos que, de una u otra manera, intentan comprender la ciencia y la literatura son indispensables. El reto de conocer ambos mundos es arduo, pero vale la pena intentarlo. Yo, por mi parte, sigo siendo el mismo niño maravillado con el capitán Nemo y con el submarino Nautilus: Leyendo y escribiendo novelas, ensayos de divulgación científica y artículos de filosofía de la ciencia.
*( Bogotá, 1961). Médico internista y tanatólogo. Magíster en filosofía. Docente e