Agenda Cultural UdeA - Año 2007 ABRIL | Page 23

ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de
“ Esas dotes— piensa el señor Palomar con la nostalgia de quien no las tiene— son concedidas a quienes viven en armonía con el mundo. Para ellos es natural establecer un acuerdo, no sólo con las personas, sino también con las cosas, con los lugares, las situaciones, las ocasiones, con el deslizarse de las constelaciones en el firmamento, con el aglutinarse de los átomos en las moléculas. Ese alud de acontecimientos simultáneos que llamamos universo no arrolla al afortunado que sabe escurrirse por los más minúsculos intersticios entre las infinitas combinaciones, permutaciones y cadenas de consecuencias, evitando las trayectorias de los meteoritos asesinos e interceptando al vuelo sólo los rayos benéficos. Al amigo del universo, el universo le es amigo. ¡ Ojalá— suspira Palomar— pudiera yo también ser así!”
Decide tratar de imitarlos. Todos sus esfuerzos, de ahora en adelante, tenderán a lograr una armonía tanto con el género humano próximo a él como con la espiral más lejana del sistema de las galaxias. Para comenzar, dado que con su prójimo tiene demasiados problemas, Palomar tratará de mejorar sus relaciones con el universo. Aleja y reduce al mínimo la frecuentación de sus semejantes; se habitúa a hacer el vacío en su mente, expulsando de ella todas las presencias indiscretas; observa el cielo en las noches estrelladas; lee libros de astronomía; se familiariza con la idea de los espacios siderales
hasta convertirla en un enser permanente de su amueblamiento mental. Después trata de conseguir que sus pensamientos tengan presentes contemporáneamente las cosas más cercanas y las más alejadas: cuando enciende la pipa, la atención a la llama del fósforo, que en la próxima calada debería dejarse aspirar hasta el fondo del hornillo iniciando la lenta transformación en brasas de las hebras de tabaco, no debe hacerle olvidar ni un instante la explosión de una supernova que se está produciendo en la Gran Nube de Magallanes en este mismo momento, es decir, hace unos millones de años. La idea de que todo en el universo se une y se responde no lo abandona nunca: una variación de luminosidad en la Nebulosa del Cangrejo o el adensarse de una aglomeración globular en Andrómeda no pueden dejar de tener alguna influencia en el funcionamiento de su tocadiscos o en la frescura de las hojas de berro en su plato de ensalada.
Cuando está convencido de haber delimitado exactamente su propio lugar en medio de la muda extensión de las cosas que flotan en el vacío, entre el polvillo de acontecimientos actuales o posibles que flota en el espacio y en el tiempo, Palomar decide que ha llegado el momento de aplicar esa sabiduría cósmica a la relación con sus semejantes. Se apresura a volver a la sociedad, reanuda conocimientos, amistades, relaciones de negocios, somete a un atento examen de conciencia sus vínculos