ISBN 0124-0854
N º 126 Octubre de 2006 nuestro departamento, e inclusive de nuestro país. espacios para el desarrollo del arte y de la cultura en la región y en el país.
Pero todo este floreciente presente de Extensión Cultural ha tenido también un pasado, el cual estuvo marcado principalmente por la espontaneidad de aquellos idealistas que lamentaban la ausencia de un ente universitario dedicado a la divulgación artística y cultural dentro del claustro. En efecto, Extensión Cultural es bastante joven en comparación con los doscientos años con los que ya cuenta la Universidad, y si de contar la verdadera historia se trata, valdría la pena adentrarnos en aquel lejano pasado, ignorado además por muchos de los que hacemos parte de la comunidad de esta Universidad.
No obstante, para la última mitad del siglo
XIX, si bien la Universidad de Antioquia seguía sin contar con un departamento que se dedicara exclusivamente a la promoción y divulgación cultural, la necesidad de crear un organismo que se preocupara por llevar a cabo dicha misión se hacía cada vez más apremiante. Sobre todo, cuando para aquella fecha, la Universidad podía contar en su haber con más tres décadas de labores ininterrumpidas, en las cuales el fortalecimiento del patrimonio cultural, histórico y académico, se revelaban como el soporte esencial sobre el cual se vendría a apoyar, con el transcurrir del tiempo, el concepto de“ universidad pública”.
En sus inicios, la naciente Universidad de Antioquia se hallaba en un atropellado pero importante proceso de gestación, en el cual estaban siendo establecidos por vez primera los principios fundamentales de la educación superior en Medellín, motivo por el cual el propósito primordial e inmediato de erigir una Universidad para la formación profesional puso en un segundo plano la importancia de contar con una estructura que diera vida a opciones de carácter cultural que permitieran fortalecer la formación integral de los estudiantes y de la comunidad, y abrir
La consolidación entonces, de un departamento orientado a divulgar la actividad cultural en la Universidad, no sería una realidad sino sólo hasta el final de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, antes de esta lejana fecha, la comunidad universitaria, de forma espontánea, se adelantaría propiciando los ambientes para gestar lo que podríamos llamar“ un inusitado espíritu cultural” al interior de la Universidad, el cual llegó a franquear inclusive las propias fronteras del claustro para ocupar otros espacios distintos a los académicos. Y fue de esta forma que