ISBN 0124-0854
N º 119 Marzo de 2006
Los múltiples efectos Mozart
Traducción de Eva Zimmerman
Wolfgang Amadeus Mozart nació el 27 de enero de 1756. En el presente año, en todo el mundo se están llevando a cabo celebraciones fabulosas y regando ríos de tinta para enaltecer al su inspiración era de origen divino, pero algunos sicólogos modernos observan en él una personalidad regresiva e infantil. Sin duda, de estar vivo hoy, sería una estrella de la músico. Vale entonces la farándula, como pena aprovechar la oportunidad para conocer las contradicciones y diferentes interpretaciones que existen con respecto a su corta vida de treinta y cinco años. A Mozart se lo ha encasillado en varios papeles: el del niño prodigio recorriendo las salas de conciertos europeas con su padre, Leopoldo, y el del mal hablado en cuyas cartas abundan bromas de mal gusto. Dice un rumor que su cuerpo yace en una tumba humilde en Viena.
Michael Jackson o como cualquiera de los tres tenores. Pero lo que más carrera ha hecho es el controvertido papel de que su música sana cuerpos y almas. En esta interpretación, tan típica de la Nueva Era, Mozart es lo último en terapias y su música cura desde el acné hasta el mal de Alzheimer, e incluso, según se dice, hace que los niños se vuelvan más inteligentes. Algunas de estas aseveraciones tienen bases científicas. En Chicago se realizaron estudios donde comprobaron que
La película Amadeus nos lo mostró, sin
pruebas, como víctima de otro músico
cortesano, Antonio Salieri. Se dice de él que algunas de sus obras reducen la seriedad y frecuencia de los ataques epilépticos y en Irvine, California, encontraron que los