Agenda Cultural UdeA - Año 2006 DICIEMBRE | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 128 Diciembre de 2006
Ma Zicai, oriundo de Pekín, descendía de un antiguo linaje de amantes de los crisantemos 1, a quienes superó en su pasión por dichas flores. Si le llegaban noticias de una planta fuera de lo común, no tenía ningún inconveniente en viajar mil kilómetros para comprarla. Un día, a un visitante procedente de Nankín se le ocurrió mencionar que un primo suyo en el norte tenía una o dos especies desconocidas. Lleno de gozo, Ma hizo las maletas de inmediato y emprendió viaje en su compañía a Nankín, donde tras reiteradas súplicas y solicitudes consiguió dos tallos. Después de envolver bien sus tesoros, Ma emprendió el regreso. que dijo llamarse Tao, tenía un modo de hablar distinguido. En el momento en que supo de donde venía Ma, comentó:
— No hay tal cosa como crisantemos de mala calidad. Todo depende del jardinero.
Ma, entusiasmado, intercambió opiniones sobre métodos para cultivar crisantemos y preguntó al joven hacia dónde se dirigía.
— Mi hermana se cansó de Nankín,— le contestó—. Queremos radicarnos en el norte.
— Soy un hombre pobre pero tengo espacio de sobra en mi cabaña,— propuso Ma—. Si no les molesta un sitio demasiado humilde, no deben preocuparse por conseguir otro alojamiento.
En el camino dio alcance a un apuesto joven que montaba en burro detrás de un colorido carruaje. Comenzaron a conversar; el mozo,
Tao se acercó al carruaje para consultar a su hermana, y cuando descorrió la cortina para hablarle, Ma vio una hermosa muchacha de