Agenda Cultural UdeA - Año 2006 DICIEMBRE | Page 3

ISBN 0124-0854
N º 128 Diciembre de 2006
Con las premisas señaladas y entendiendo el cine como el arte de nuestro tiempo, nos encontramos con que la película o las películas, en el encuentro con el espectador, con el ciudadano, ofrecen una doble condición que las hace, bien importantes para todos, o peligrosas para el orden establecido. Las películas son, por ejemplo, objeto de conocimiento en sí mismas, en la medida en que pueden invitar a diversos análisis y reflexiones a partir de sus condiciones técnicas y artísticas( fotografía, montaje, sonido, intepretación actoral, etc,), sea que hagan evidente o no el dominio del arte y de los lenguajes cinematográficos, en tanto son textos susceptibles de volver a ellos una o muchas veces.
De igual manera, las películas son el pretexto para trabajar temáticas oportunas para la vida diaria, para el arte o para la industria. Hablar por ejemplo de“ La provincia en imágenes”,“ La conquista y la colonia”,“ La memoria y el olvido”,“ El cine latinoamericano”,“ El cine oriental”
— temas abordados en el Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia—, funciona para informarse de producciones diversas y pensamientos variados, pero sobre todo de obras para conocer el mundo y la vida. Hace válida la obra cinematográfica para pensar nuestros propios problemas.
Desde la utilidad del conocimiento, es entonces benéfico asistir a la diversa programación que un festival de cine puede presentar, en tanto totalidad con una intención ideológica y política y desde una mirada estética, y la ideología y la política tomadas como asuntos esenciales del ser humano que vive en sociedad y que se mueve en la cultura. Esto quiere decir que la asistencia a un festival significa transitar del ser asistenteconsumidor, al de ser participante, es el compromiso del ciudadano, es el reto para el organizador.
No se trata de consumir películas, se trata de mirar películas. Mirar como ejercicio crítico y participativo de quien asiste a la proyección de las imágenes en movimiento. De esta manera, es importante integrarse a otros momentos que el festival diseña, y en ese sentido es valioso preguntarse si un festival carece o no y por qué, de otros momentos y escenarios que apunten al sentido final de su propuesta. Un festival, como escenario de interacción, que no propicie justamente esa interacción y no la potencie, no vale la pena estar en él. La interacción que puede develar, para todos, causas y consecuencias del cine en un país como el nuestro.