Agenda Cultural UdeA - Año 2006 DICIEMBRE | Page 21

ISBN 0124-0854
N º 128 Diciembre de 2006
Cerca de la ciudad de Flers hay un bosque , y en el bosque un estanque , o , más bien , un pequeño lago . Ese lugar es silencioso y aislado , y el reflejo de los grandes árboles tiñe la superficie del lago con matices tan sombríos que incitan a imaginar algún horrible misterio que se oculta , como un limo impuro , en el fondo de esas aguas inmóviles .
Hace muchos , muchos años , dice la tradición , existía en ese lugar un convento , fundado por un pecador penitente como expiación de sus pecados . Durante los primeros tiempos de la fundación , los monjes llevaron una vida tan santa , que los habitantes de la región vecina acudían en masa para ser instruidos con los piadosos ejemplos y las conmovedoras prédicas de los monjes . Pero el convento se hizo rico y suntuoso , y , poco a poco , los monjes abandonaron la estricta observancia de su regla . Poco tiempo después , la iglesia del monasterio fue
cerrada , los cánticos religiosos dejaron de resonar en sus bóvedas ; una triunfante claridad ya no venía a iluminar sus sombríos vitrales y ya no se oía , de la campana de la oración , el tañido matinal que despertaba todos los corazones al amor de Dios . Por el contrario , el refectorio , animado con miles de luces , permanecía lleno en el día y en la noche ; unos coros báquicos , en los que sobresalían voces femeninas , propagaban todos los ecos de su sacrílega armonía , y el escándalo de una loca ebriedad anunciaba al viajero y al peregrino , que pasaban ante la muralla del monasterio , que el santuario de la devoción y de la austeridad se había transformado en una Babel de impiedades y desenfrenos .
La víspera de la navidad , los monjes , en lugar de celebrar el oficio , se reunieron para una cena profana . Sin embargo , a la medianoche , cuando el monje campanero se hallaba sentado a la mesa
junto con sus cofrades , la campana , que siempre sonaba a esa hora para llamar a los fieles a la misa , comenzó a ejecutar por sí misma sus majestuosos repiques . Entonces , hubo un momento de silencio y de profundo estupor en el refectorio . Pero uno de los monjes más disolutos , intentando disipar ese terror glacial , rodeó con lascivo brazo a una mujer sentada a su lado , tomó un vaso con la otra mano y gritó con insolencia : “¿ Oyen la campana , hermanos y hermanas ? ¡ Cristo ha nacido , bebamos a su salud !” Todos los monjes aceptaron su brindis y repitieron con aclamación : “¡ Cristo ha nacido , bebamos a su salud !” Pero ninguno tuvo tiempo de beber : un relámpago flameante , como la espada de un arcángel , rompió los cielos , y el rayo lanzado por la mano del Altísimo cayó en el convento , que tembló y se hundió en un profundo abismo . Los campesinos , que habían acudido presurosos a la misa , sólo encontraron en el lugar del monasterio un