ISBN 0124-0854
N º 120 Abril de 2006 y glorias la tierra negra y poderosas germinaciones y verde cataclismos y dorada. diluvios
hundimientos de pueblos y razas
de ciudades
lluvias que vienen del fondo de milenios
con sus insidiosas canciones
su palabra germinal que hechiza y envuelve
y sus fluidas rejas innumerables
que pueden ser prisiones o arpas o liras
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El qué decir y el cómo hacerlo están tan ligados en la expresión poética de Aurelio Arturo, que no sólo en la disposición tipográfica de los versos de“ Lluvias”, sino en la cadencia misma de sus giros y vocablos, sentimos la música, el bisbiseo de un espacio invernal. Todo esto, en la idea recurrente que queremos expresar de cómo sus poemas tienen, en un alto número y en un alto grado, un arte poética de fondo. Porque se siente en mucha de su poesía cómo esa lluvia de su lenguaje“ comienza un pausado silabeo” para luego soltar“ la cantinela”. La palabra desnuda, la palabra cotidiana, se ve entonces tocada de una nueva vida gracias a la serena metaforización que desliza Arturo a lo largo de sus versos.
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Y agrega sobre las palabras, en algo que es como un procedimiento de suplantación:
olvidamos su treno
y las amamos entonces porque son dóciles
y nos ayudan
y fertilizan la ancha tierra
Mi generación debe más que a ningún otro poeta, y quizá sin descontar a José Asunción Silva, a esta cantera inagotable que es Morada al Sur. Es la suya una lección de tenue lirismo. Sus poemas, como algunos momentos de Jorge Gaitán Durán, de Carlos Obregón, de Eduardo Cote Lamus o de Fernando Charry Lara, y me refiero al tono mesurado que prescinde de la poética del megáfono que tantas estridencias nos ha