ISBN 0124-0854
N º 120 Abril de 2006 de un poeta casi siempre ocurre en la infancia. Alguien lo desalienta y quiere forzarlo a reproducir un naturalismo de la realidad inmediata, y si logra convencerlo ya está: el poeta-niño da paso al poetamuerto que habrá de llevar a cuestas el resto de sus días. menor:
Toda la noche
sentí que el viento hablaba,
sin palabras.
Parece como si su palabra naciera en la infancia y desembocara en el poema. Un largo, un oscuro salón, tal vez la infancia. De allí, de versos como éste de“ Canción del ayer”, la poética de Arturo se desdobla en otros temas cenitales: la noche y sus canciones, el viento y las palabras, los aromas y los sabores, no son otra cosa que una larga, prolongada metáfora asordinada que se centra en el tiempo, en la temporalidad de seres y de cosas.
Casi en cada poema de Arturo hay una suerte de arte poética. Quizá esa reflexión del poema que se informa a sí mismo sea única en la poesía colombiana, en el sentido de una constancia, de una permanencia melódica, de un intermitente ritornelo.
En su poema“ Canción del viento”, en sus tres primeros versos, podría señalarse una especie de paráfrasis de la vida y la obra del poeta, y de su anhelo de construir la poesía desde la sombra, desde el susurro y el tono
No recuerdo con exactitud cuál pudo ser el primer poema de Aurelio Arturo que leí en el Panorama de la nueva poesía colombiana que reunió Fernando Arbeláez en 1964. Pero recuerdo bien el tipo de emoción que esto me suscitó. Sentí que alguien me había hablado sin palabras, o que si éstas existían estaban expresadas en un tono tan desvaído en el ascetismo de su expresión, que sólo me había quedado una atmósfera envolvente pero irrepetible en la memoria. En realidad el contacto inicial con la poesía de Arturo seduce discretamente, sin producir grandes emociones. Es un poeta al que hay que llegar despojado— como su poesía misma— y que opera en nosotros como liberador de una sensibilidad que tiene su mejor recepción cuando su carga de intimismo es proporcional a nuestra intimidad mejor habitada. Sólo después de una y otra lectura, la belleza poética de Arturo, sus ritmos que no están hechos de sonoridades externas sino de interioridad, su poética que más que contar algo episódico se interesa en crear una atmósfera, se nos revela en su hondura y transparencia. Todo el animismo que da vida a