ISBN 0124-0854
N º 115 Noviembre 2005 parece contrario al espíritu de la novela . El espíritu de la novela es el espíritu de la complejidad . Cada novela dice al lector : « Las cosas son más complicadas de lo que tú crees ». Esa es la verdad eterna de la novela que cada vez se deja oír menos en el barullo de las respuestas simples y rápidas que preceden a la pregunta y la excluyen . Para el espíritu de nuestro tiempo , tiene razón Ana o tiene razón Karenin , y parece molesta e inútil la vieja sabiduría de Cervantes que nos habla de la dificultad de saber y de la inasible verdad . El espíritu de la novela es el espíritu de la continuidad : cada obra es la respuesta a las obras precedentes , cada obra contiene toda la experiencia anterior de la novela . Pero el espíritu de nuestro tiempo se ha fijado en la actualidad , que es tan expansiva , tan amplia que rechaza el pasado de nuestro horizonte y reduce el tiempo al único segundo presente . Metida en este sistema , la novela ya no es obra ( algo destinado a perdurar , a unir el pasado al porvenir ), sino un hecho de actualidad como tantos otros , un gesto sin futuro . X ¿ Quiere decir esto que , en el mundo « que ya no es el suyo », la novela desaparecerá ? ¿ Que va a dejar a Europa hundirse en el « olvido del ser »? ¿ Que sólo quedará la charlatanería sin fin de los grafómanos , novelas de después de la historia de la novela ? No lo sé . Sólo creo saber que la novela ya no puede vivir en paz
con el espíritu de nuestro tiempo : si todavía quiere seguir descubriendo lo que no está descubierto , si aún quiere « progresar » en tanto que novela , no puede hacerla sino en contra del progreso del mundo . La vanguardia ha visto las cosas de otro modo ; estaba poseída por la ambición de estar en armonía con el porvenir . Los artistas vanguardistas crearon obras , cierto es , realmente valientes , difíciles , provocadoras ,
abucheadas , pero las crearon con la certeza de que « el espíritu del tiempo » estaba con ellos y que , mañana , les daría la razón . Antaño , yo también consideré que el porvenir era el único juez competente de nuestras obras y de nuestros actos . Sólo más tarde comprendí que el flirteo con el porvenir es el peor de los conformismos , la cobarde adulación del más fuerte . Porque el porvenir es siempre más fuerte que el presente . Él es el que , en efecto , nos juzgará . Y por