ISBN 0124-0854
N º 108 Marzo 2005 defender el ocio contra el trabajo y la inutilidad de toda acción. Pero también nos hemos hartado de menúes europeos en los " night clubs " con el producto de nuestras actividades anormales... nos hemos bebido, comido, fumado y acostado a la burguesía que ve en nosotros la continuación de los valores aristocráticos, pero nos burlamos de su admiración y de paso nos vomitamos en sus floreros y en la bóveda azul de sus retretes... hemos abdicado los últimos gramos de amor a cambio de una nota de jazz que reviente en nuestros oídos como la trompeta del juicio final... hemos identificado las profecías del apocalipsis con la guerra atómica, y nos lamentamos con la cobardía de nuestros jefes de Estado que no se deciden a matarnos... somos partidarios de las guerras termonucleares y de las armas radioactivas, y estamos políticamente de parte de la potencia que quiera destruirnos y estallarnos como una bomba de jabón en un día pálido de la primavera... hemos dudado de toda fe, de toda verdad revelada y heredada, no creemos en nada, ni siquiera en nosotros, pero hemos ratificado la bondad de nuestros instintos insaciables, y la confusión maravillosa de la esperanza... hemos conservado la sangre fría ante las desgracias innumerables de nuestro tiempo... hemos predicado la necesidad del suicidio y regalamos la receta de nuestros venenos letales. Festejamos la muerte de esas víctimas que sucumben ante la evidencia de nuestras predicaciones malignas, y nos regocijamos porque no despertarán nunca más
en la eternidad... hemos hecho el amor en sitios prohibidos para prolongar el espasmo y los sacudimientos ante el peligro, y nos han encarcelado por aplicar la estética en el erotismo. Porque nos hemos amado bajo los vientres chispeantes de las locomotoras, en los confesionarios, las tumbas putrefactas, los sanitarios públicos, los ascensores, las terrazas celestes, los anfiteatros con los muertos, y bajo los semáforos que iluminan nuestros cuerpos semidesnudos en la semioscuridad acechada por los serenos y las sirenas de los altos hornos industriales... hemos destruido ídolos de barro y plomo por el sólo placer de destruir y renegar de las tradiciones, de los santos de los héroes... hemos hecho una literatura alucinada convocando las inmundicias, las libertades, las dudas, los furores y las iniquidades, y nos hemos escandalizado con el poder de nuestro genio negativo... Somos de una raza nueva que santifica el placer y los instintos, y libra al hombre de los opios de la razón y de los idealismos trascendentes... Todo lo que tenemos para ofrecerle a la juventud es la locura, pues es necesario enloquecernos antes de que llegue la guerra atómica. El hombre será aniquilado por el hombre. La humanidad borrará en un segundo la historia infame que escribió en un millón de años. Nosotros nos apresuramos a saludar regocijados su desaparición, y nos vomitamos jubilosamente en su inútil historia de miles de siglos. Estamos asqueados, y nos negamos a sobrevivir en esa ilustre inmundicia... El sol