ISBN 0124-0854
N º 117 Diciembre 2005 órdenes . Consagró un plazo ( que finalmente abarcó dos años ) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego . íntimamente , le dolía apartarse de él . Con el pretexto de la necesidad pedagógica , dilataba cada día las horas dedicadas al sueño . También rehizo el hombro derecho , acaso deficiente . A veces , lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido ... En general , sus días eran felices ; al cerrar los ojos pensaba : Ahora estaré con mi hijo . 0 , más raramente : El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy . Gradualmente , lo fue acostumbrando a la realidad . Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana . Al otro día , flameaba la bandera en la cumbre . Ensayó otros experimentos análogos , cada vez más audaces . Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer -y tal vez impaciente . Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo , a muchas leguas de inextricable selva y de cié naga . Antes ( para que no supiera nunca que era un fantasma , para que se creyera un hombre como los otros ) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje . Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío . En los crepúsculos de la tarde y del alba , se prosternaba ante la figura de piedra , tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos , en otras ruinas circulares , aguas abajo ; de noche no soñaba , o soñaba como lo hacen todos los
hombres . Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo : el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma . El propósito de su vida estaba colmado ; el hombre persistió en una suerte de éxtasis . Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustras , lo despertaron dos remeras a medianoche : no pudo ven sus caras , pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte , capaz de hollar el fuego y de no quemarse . El mago recordó bruscamente las palabras del dios . Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe , el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma . Ese recuerdo , apaciguador al principio , acabó por atormentarlo . Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro . No ser un hombre , ser la proyección del sueño de otro hombre iqué humillación incomparable , qué vértigo ! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado ( que ha permitido ) en una mera confusión o felicidad ; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo , pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo , en mil y una noches secretas . El término de sus cavilaciones fue brusco , pero lo prometieron algunos signos . Primero ( al cabo de una larga sequía ) una remota nube en un cerro , liviana como un pájaro ; luego , hacia el Sur , el cielo que tenía el color rosado