Agenda Cultural UdeA - Año 2005 ABRIL | Page 3

ISBN 0124-0854
N º 109 Abril 2005 apareció en Madrid E / ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Su autor era por entonces un hombre enjuto, delgado, de 58 años, miembro de una turbulenta familia y famoso por su poca habilidad para ganar dinero, considerado como un pusilánime en tiempos de paz, y decidido y valeroso como el que más en épocas de guerra. El éxito de la obra fue inmediato, pero increíblemente los efectos económicos que produjo el best-seller apenas se hicieron notar. En junio de 1605, toda la familia Cervantes, con el escritor a la cabeza, fue enviada a la cárcel-en la que por puro milagro sólo debieron permanecer unas pocas horas por la desafortunada coincidencia de que un caballero resultara muerto a las puertas de la casa del escritor. Para entonces ya Don Quijote y Sancho se habían internado para siempre en el inabarcable océano del acervo popular, brindándole a su autor, por lo menos si no la solvencia económica necesaria para superar sus estrecheces, al menos sí el trono de la inmortalidad y la capitanía general en la apertura de una nueva era de la literatura universal: la modernidad. La segunda parte de El Quijote, publicada en 1615, fue la excepción de la regla que asegura que segundas partes nunca fueron buenas. Con su soberbia escritura, Cervantes, en este segundo conjunto de relatos acerca de las correrías y aventuras de la contrastante pareja de amigos, terminó de afirmarse como la estrella más rutilante del firmamento de los escritores de
habla hispana cuyo talento e ingenio sólo pueden ser equiparados a los exhibidos por su colega inglés William Shakespeare. A la vuelta de cuatro centurias, la obra cumbre cervantina sigue siendo la gema representativa de lo más depurado y excelso de la lengua española de todos los tiempos. No es de extrañar que el argentino Jorge Luis Borges, el genio literario más grande de habla hispana en el siglo XX, la citara reiteradamente entre sus referentes preferidos y de mayor utilidad para adentrase en las profundidades del idioma castellano y de una humanidad y sensibilidad imprescindibles para dedicarse al oficio de la escritura creativa. No es prebenda alguna que cien de los más prestigiosos literatos de todo el orbe identificaran al libro- en una encuesta realizada el pasado año como el mejor texto escrito en cualquier idioma y en todos los tiempos y que en nuestros días sus ventas superen aún los índices de comercialización de títulos tan actuales, amenos y bien escritos como el ya celebérrimo Cadiga Da Vinci, del estadounidense Dan 8rown. La fama de El Quijote desborda todas las fronteras conocidas y las que en el futuro se pudieran establecer, pues su autor, quizás consciente de lo efímero de la existencia humana y aventurero en sí mismo, optó por desgarrar parte de su naturaleza misma para insuflar aliento vital a un personaje que por siempre es ya su hermano gemelo.