ISBN 0124-0854
N º 105 Noviembre 2004 demasiado tarde para renovar el linaje . Esta adoración del soberano , mezcla del exotismo oriental con la sofistificación griega , fue quizás la base de la posterior adoración del emperador en Roma . Al fin y al cabo , Alejandría era el espejo donde se miraba Roma con ansias de superarla . Alejandría surgió pues como una nueva Heliópolis en la punta de Egipto , como reencuentro entre los mundos griego y egipcio . Sus monumentos continuaban la magnificencia de los templos de Menfis y Tebas y no se dudó el traspaso de construcciones monumentales desde Heliópolis hacia la Nueva Atenas , como las conocidas " Agujas de Cleopatra ", obeliscos construidos por Ramsés II que actualmente se encuentran en Londres y Nueva York . Se produce un aumento de la fastuosidad egipcia en los tradicionales ritos griegos , y se instituyó un importante clero encargado de los ritos diarios , la celebración de las fiestas anuales , los cánticos y ofrendas , y las suntuosas procesiones , en las que se destacan los sacerdotes " puros " del templo de Sera pis , siempre en estrecho contacto con el clero de Menfis . Así era Alejandría , una ciudad cosmopolita , donde recibían culto los dioses griegos Dionisio y Poseidón , los egipcios Isis y Horus , la fenicia Astarté , y el hebreo Yahvé , cuya sinagoga era la mayor del mundo y ejemplo magistral de arquitectura . Una ciudad donde en el mismo templo el egipcio adoraba a Isis , el griego a Démeter y el romano a Ceres . Sin embargo , esta ciudad cosmopolita y rica en religiones , segunda del Imperio , moriría lentamente . En el 391 d . de C ., bajo el gobierno de Teodosio , el patriarca Theofilus y sus seguidores cristianos asaltaron y destruyeron el templo fortificado de Serapis . Tras un violento cerco , los cristianos tomaron el edificio , lo derribaron , quemaron su famosa biblioteca y destrozaron las imágenes . Este hecho supone el fin nominal del paganismo , aunque éste siguiese practicándose residualmente hasta finales del siglo IX d . de C . Alejandría moriría , igual que el paganismo , y Napoleón se encontró en 1789 con una ciudad miserable , donde menos de 7.000 almas vivían en condiciones deplorables . Al fin y al cabo quién iba a creer en la ciudad nacida del sueño del hijo de Zeus , si ya nadie creía en él .
Sergi Sánchez es profesor asociado de la Universidad Pompey Fabray , Barcelona y columnista del periódico electrónico El Cultural . Este texto fue tomado de grecoegipcio . galeon . com