Agenda Cultural UdeA - Año 2004 JUNIO | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 100 Junio 2004 con la risa transparente de los niños y seguimos hablando como un par de viejos camaradas que la noche anterior hubieran cenado juntos. De hecho, aún sin conocernos personalmente, habíamos mantenido ese estrecho contacto del lector con su autor favorito. Las mesas de la cafetería, cubiertas con manteles blancos, estaban solas a esta hora.. ¿ Un café? me preguntó, asumiendo su papel de anfitrión. Ese día la Fundación Nuevo Periodismo, FNPI, había programado una conversación pública en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, entre Kapuscinski, José Salgar y yo, bajo el título: Tres periodistas del siglo XX hablan del periodismo del siglo XXI, pero Ryszard no personifica ninguno de esos dos siglos. Cuando se leen sus textos sobre el oficio, o cuando se percibe al periodista que actúa en sus libros, deja la convicción de que para él la profesión es algo diferente de lo que dejan ver los clisés y los lugares comunes sobre el oficio tal como se practica hoy. A los periodistas que se apretujaban en la sala donde dictó su taller, en Buenos Aires, los recorrió un corrientoso de extrañeza cuando lo oyeron decir dentro de su relato acerca del libro El Emperador, sobre Hailie Selassie, que " en realidad, nunca en mi vida he entrevistado a alguien... No sé cómo se hace una entrevista." La sorpresa de quienes lo escuchaban era más que explicable, porque uno de los lugares comunes en las conversaciones entre periodistas es la lista de los personajes que cada uno ha entrevistado.
Como los cazadores que se ufanan de las piezas que han cobrado, los periodistas suelen recordar como triunfos profesionales las ocasiones en que los poderosos, los ricos ~ o los famosos han sido capturados entre e '¡:¡ las redes de sus cuestionarios. Ryszard '" piensa otra cosa: " lo que escribo sobre la gente viene de observarla, de prestar atención a su comportamiento, de explorar los ni detalles pequeños, como su cara o sus ojos. y de hablar con ella, pero no de entrevistarla." Ya habíamos ordenado el desayuno y habíamos comenzado a lanzar ideas para nuestro compromiso de la tarde con José Salgar, Jaime Abello, de la FNPI, y María Fernanda Márquez, la bonita directora del Proyecto Antonio Nariño, cuando sonó el celular de Abello. Un reportero de Caracol radio insistía, por cuarta vez, en hacer una entrevista telefónica con Kapuscinski. Debió leer los inerrogantes de todos porque, mientras Jaime respondía la llamada, nos explicó que nunca respondía entrevistas telefónicas porque las consideraba incompletas; es como si se hablara con una pared: no tienes ni el brillo ni la expresión de los ojos, ni los gestos de una cara, ni el movimiento de un cuerpo o de unas manos, elementos que hacen parte de una comunicación completa. Minutos después, ante otra llamada, le puse punto final a la insistente solicitud del colega de radio, explicándole que la única fórmula era venir al hotel con equipo de grabación para hacer la entrevista en persona. Mientras conversábamos con él lograba transmitirnos la