Agenda Cultural UdeA - Año 2004 FEBRERO | Page 6

ISBN 0124-0854
N º 96 Febrero 2004 biográfica. Y un paso más cerca de los Lares, los difuntos más recientes de la familia. En la estructura religiosa de Roma, al igual que en las demás religiones, el primer eslabón del más allá, del mundo superior en cuya cima están los dioses, son los más próximos antepasados. Todo este mundo tenía un poder ilimitado sobre el devenir de los vivientes: desde las primeras obras literarias de nuestra cultura, empezando por La lIíada y La Odisea, lo tenemos claramente ejemplificado. Eran los dioses y diosecillos los dueños de la vida humana. Por eso era impensable despedir un año e iniciar el siguiente sin contar con los artífices y guías más inmediatos de nuestras vidas: los antepasados. No sólo eso, sino que en la formulación ritual de este culto, éstos pasaban a ser los protagonistas, cediéndoles los vivos sus cuerpos para que viviesen y actuasen en ellos durante estas fiestas. Un simple principio de realismo verosímil y reconocible condujo a acercar lo más posible la propia figura a la del difunto al que se quería rendir tributo y homenaje cediéndole la propia vida durante esos ritos de renovación y recambio. Se trataba, pues, de convertirse en otra persona mucho más noble, en general aquella cuyo lugar en la vida se pretendía ocupar. Se esperaba que la más fiel caracterización y la más estricta imitación durante las ceremonias del modelo elegido, obrarían la gracia de investir con la
personalidad del difunto al que tales ritos celebraba. Recordemos que a la careta que
caracterizaba a los actores, los romanos la llamaban persona y los griegos prósopon. Pensemos en la prosopopeya,( prosopoiía) que decían éstos, y que no era más que la caracterización y la representación con personalidades distintas a la propia. Y resulta que esta inclinación tan ancestral no sólo no se extingue, sino que a partir de distintas formas se perpetúa. Tendremos que preguntarnos no sólo por el teatro, sino por el cine también, y por la televisión, y por las demás ficciones de la vida; y por tantos juegos de clase que nos ofrecen convertirnos en personas distintas. En este momento hemos de preguntarnos cuál es la fuerza que mueve tantísimo carnaval como prolifera en todo el mundo. Los psicoanalistas, y con ellos los sociólogos, antropólogos y demás estudiosos de la humanidad, nos dirán que se trata de una manifestación de nuestro espíritu profundo, que hoy como ayer se purifica transmigrando de personalidad en personalidad; que es necesario por lo menos una vez al año salir de sí mismo, para dejar fuera los miasmas que intoxican, y volver cada uno de nuevo a sí mismo con la perspectiva de quien ha tenido la oportunidad de mirarse desde fuera.
Jueves lardero
En la sociedad occidental que ya no se plantea cómo se las compondrá para matar el hambre, sino qué tiene que hacer para darle al paladar y al estómago todos los gustos, pero sin