ISBN 0124-0854
N º 96 Febrero 2004 todos modos , es importante mencionar el concepto de María Teresa Linares en relación con los tambores de la cumbia que percuten en diferentes planos , cada uno con ritmo independiente pero dentro de un esquema equilibrado ; proyección estética de suyo muy africana . Ello , porque en los últimos años la cumbia , elevada al solio de símbolo musical de Colombia , ha empezado a ser reclamada como expresión de tradiciones indígenas surgidas en la matriz cultural hispánica . Es cierto que la evolución de la cumbia acusa la participación de ciertos cantos indígenas llamados gaitas , que se acompañan con flautas derechas o de pico , de origen cuna y cogui , y de cañas de millo indígenas señaladas por el maestro Guillermo Abadía como una variante de las guajiras llamadas massí . Y que la flauta es el instrumento de expresión melódica indígena por excelencia , elaborado , conforme dicen Abello , Buelvas y Caballero , con los más variados materiales : barro cocido , hueso , canutos vegetales , tubos de carrizo o de cardón . Es cierto , además , que los indígenas no han carecido de tambor . Empero , entre reconocer la participación india y negar el aporte negro hay un abismo injustificable . Resulta más apropiado interpretar el origen de la cumbia a la luz de los escenarios socio-culturales donde sus elementos , al interrelacionarse , coparticiparon en marcar la impronta de la síntesis musical del carnaval . Y esos escenarios fueron los ámbitos de la esclavitud
de los negros en Cartagena de Indias y las fiestas de San Sebastián y de La Candelaria . Negros e indios se reunían alrededor de las tarimas , donde los blancos disfrutaban de las fiestas , e interpretaban su música : los negros con sus tambores y los indígenas con sus gaitas y flautas . Con el correr del tiempo , la cumbia con vestido de tono español se subió a tocar en las tarimas altas , alrededor de las cuales negros y morenos disfrutaron de las fiestas . Por supuesto que siendo la música el espíritu del carnaval , como tema abarcar el interés de muchos podría estudios y estudiosos . Bastaría para ello la tradición oral de los carnavaleros que disfrutan , año tras año , los cuatro días fulgurantes de notas , instrumentos y músicos .
Nina S . de Friedemann , antropóloga , investigadora , experta en tradiciones y manifestaciones culturales de diversas regiones colombianas . El presente texto fue tomado del libro El carnaval de Barranquilla . Fotos : www . eltiempo . com / Máscara : Rodolfo Gómez ,