ISBN 0124-0854
N º 106 Diciembre 2004 obreros del ferrocarril los que comenzaron a construir la ciudad, con el barrio La Milla, donde se puso el primer riel en 1B75. Con el tren llegaron bodegas, equipos y actividades, el comercio creció y Puerto Berrío se transformó en un importante centro de distribución de productos que servía como un enlace para aquellos artículos importados que venían por río con destino final Medellín. Y la navegación por el Magdalena impulsó aún más el comercio con el resto del país. Pero en los 60 hubo crisis: el río se deterioró y los ferrocarriles se detuvieron. A esto se sumó el conflicto que hoy todavía es fuerte en la región y que, según los habitantes, se puede casi tocar con los muertos que bajan por el río, a veces a diario, a veces cada semana. El progreso, que había comenzado con la fundación misma del pueblo, se detuvo en seco. Comenzó entonces la ganadería. Grandes latifundios se expandieron por la zona y se mantienen como la actividad económica más importante del Puerto. Berrío ha intentado otras puertas, y después de mucho hacerla, por fin parece mirar de nuevo el eje que ofrece mayores posibilidades: el río
Magdalena, una corriente capaz de transportar 550 millones de toneladas de mercancías al año, y cuya cuenca genera el 85 po ciento del producto interno bruto del país y el 70 por ciento de la producción hidroeléctrica. Sobre este río está Puerto Colombia, el barrio más característico de Berrío. Allí el calor y los
vallenatos se acompañan con un juego de billar, una cerveza helada y un paisaje ribereño que envidiaría cualquiera. Es el barrio de los pescadores. Ellos le miden el pulso al Magdalena en términos de bagre: saben que el río está vivo, en su plenitud, cuando estos pescados miden más de un metro y otras especies siguen " picando ". Desde Puerto Colombia también salen las lanchas muy estrechas y largas con turistas que van a recorrer el Magdalena por estaciones: paran de pueblo en pueblo tomando trago y vuelven a navegar. Allí disfrutan de un Magdalena que se extiende hasta tocar el cielo y unos cuántos islotes muy verdes que según cuentan los lancheros, se convierten en islas cuando el