Agenda Cultural UdeA - Año 2004 DICIEMBRE | Page 17

ISBN 0124-0854
N º 106 Diciembre 2004
Ese tren era un trozo de vida en medio de la cadavérica tierra; era el actor, el espectáculo dispuesto a ser observado en esa parálisis del hombre y la naturaleza. Y cuando pienso en el modo en que se tendió la vía férrea a través de esos páramos sin agua y esas guaridas de tribus salvajes... en el modo en que a cada etapa de la construcción, rugiendo, las ciudades improvisadas, llenas de oro, lujuria y muerte, brotaron y luego murieron, y eran ya simples estaciones perdidas en el desierto; en el modo en que en esos toscos lugares coletudos piratas chinos trabajaron codo con codo junto a rufianes de frontera y europeos desesperados, hablando entre ellos en un dialecto hecho de mezclas, de juramentos sobre todo, bebiendo, peleándose y matándose como lobos; en el modo en que el empenachado lord hereditario de toda
América oyó, en esa última constancia, el grito del aciago vagón transportando a sus enemigos; y cuando recuerdo además que todo ese épico torbellino fue dirigido por caballeros con levita y la perspectiva de nada más extraordinario que una fortuna y la consiguiente visita a París, me parece, lo reconozco, como si este ferrocarril fuera el logro prototipico de la era en la que vivimos, como si uniera en una trama todos los anhelos del mundo y toda la gama de categorías sociales, y ofreciera a algún gran escritor el tema más bullicioso, amplio y variado para una obra literaria duradera. Ya sea aventura, ya sea contraste, ya sea heroísmo lo que pedimos, ¡ qué fue la ciudad de T roya comparado con esto?
Robert Louis Stevenson, El emigrante aficionado