ISBN 0124-0854
N º 94 Noviembre 2003 abstracción geométrica expresionista única en el Caribe, que va a tener Incidencias, profundas con pintores de las nuevas generaciones, como son Elvis Avilés y Radhamés Mejía.
República Dominicana es un país de formidables pintores que en los sesenta crearon una generación de artistas comprometidos con la soberanía nacional, cuyas obras revelan una intensidad dramática exclusiva de esa generación, formada por Silvano Lora, Ada Balcácer, Asdrúbal Domínguez, todos pintores comprometidos con la sociedad y el pueblo: qu ~ utilizaron su arte como llave de protesta y resistencia, con una asocia clan razonada y explícita a los republicanos españoles, por quienes fueron formados en su doble exilio insular. Es la primera vez que en la historia de la modernidad caribeña se hace el encuentro entre maestros españoles como Fernández Granell, Gausachs y Manolo Pascual, movidos con criterio de libertad que formaron varias generaciones y cuyas obras siguieron su curso con la incidencia de la luz, el movimiento, la materia y el volumen del medioambiente dominicano,. extraordinario intercambio simbiótico, heredado del exilio y de la emiqración. Esta generación, entre la que se destacaron Antonio Prats Ventós, Granell y Gausachs, tiene la clave de la pintura y de la escultura dominicana contemporánea
después del cuarenta.. Las generaciones de los ochenta y de los noventa, como en! a totalidad de las sociedades del Caribe, se dirigen a propuestas con metáforas muy inclinadas a la investigación individual, a una voluntad que insiste en implicarse en los mecanismos internacionales del arte, como los cubanos, o, Invitados por ellos, los temas de la migración, del destierro, de la violencia y de la transculturación se sistematizan en las obras de Tony Capellán, Jorge Pineda, Belkis Ramírez, Raúl Recio y Marcos Lora Read. Hasta cierto punto, son comentaristas sociales que escenifican la corrupción y su conciencia sociopolítica en sus instalaciones que, como en el caso de Marcos Lora Read, llegan a dimensiones monumentales como en la obra El espsao de Schenguen, de 1995.
La última generación en República Dominicana confirma, con Vicente Pimentel y José García Cordero, residentes en París, que el arte contemporáneo dominicano participa plenamente del mercado y de las I convocatorias internacionales. El concepto de modernidad y contemporaneidad en el arte haitiano implica I parámetros específicos que ameritan un estudio particular. Los trabajos llevados hasta hoy nos señalan que, aun estando en el área geopolítica del Caribe, el arte haitiano contemporáneo debe ser analizado y razonado I como un polo dentro de una totalidad caribeña.