Agenda Cultural UdeA - Año 2003 DICIEMBRE | Page 32

ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003
Habeneck, al acercarse un momento culminante, había dejado la batuta a fin de aspirar rapé, y cómo él mismo tuvo que abalanzarse para marcar a los músicos enfáticamente la entrada que, de otra manera, hubiese sido catastrófica. Esta reacción es completamente comprensible si no olvidamos que Berlioz fue también crítico vitriólico y autor de unas memorias que, en la mejor vena romántica, son muy convincentes, si bien no siempre muy fieles.
Carta de Berlioz a wagner Mi querido Wagner: Vuestra carta me ha causado gran placer. Deploráis con razón mi ignorancia respecto de la lengua alemana, y lo que decís sobre la imposibilidad en que me hallo de poder apreciar vuestras obras, me lo he dicho yo mismo muchas veces. La flor de la expresión, se aja, casi siempre, bajo el peso de la traducción, por más delicadamente que ésta haya sido hecha. Hay acentos en la música verdadera, que requieren su vocablo especial, y hay vocablos que, a su vez, exigen su particular acento: separar unos de otros, o suplirlos con aproximaciones, es como amamantar un perrito por una cabra, y recíprocamente. Pero cómo remediarlo experimento una dificultad tan endiablada para aprender idiomas, que sólo he llegado a saber algunas palabras de inglés y de italiano... ¡ Conque estáis ya en vías de hacer fundir los ventisqueros al calor de vuestra
inspiración, al componer los NibeJungen! ¡ Qué magnífico debe ser eso de escribir en presencia de los grandiosos cuadros de la naturaleza! iEs ese uno de los goces que me están vedados! Los hermosos paisajes, las altas cimas, y los aspectos imponentes del mar me embargan, impidiéndome la manifestación del pensamiento. En semejantes ocasiones, siento, pero no podría expresar. No alcanzo a copiar la luna, sino miro su imagen en el fondo de un pozo. Quisiera poder corresponder al placer que me causa vuestra demanda, mandándoos las novedades musicales desde la fonoteca partituras que me pedís; pero, desgraciadamente, mis editores no me las dan ya, desde hace mucho tiempo. Sin embargo, hay dos, y aun tres, que son: el Te Deum, L ' enfanceduChristy Lejía [ monodrama lírico), que se darán a luz en algunas semanas, y éstas, por lo menos, podré enviároslas. Tengo vuestro Lahengrin; si pudierais mandarme el Tannhauser, os lo agradecería. La reunión que me proponéis sería una fiesta para mí; mas debo renunciar a pensar en ello: me es preciso hacer viajes enojosos para ganarme la vida, pues París no produce para mí sino frutos amargos. Ah! si nos fuera dado vivir todavía un centenar de años, creo que habíamos de ver a muchos convencidos, dándonos la razón sobre muchas cosas. El viejo Demiurgo debe reírse bien solapadamente allá arriba,