ISBN 0124-0854
N º 91 Agosto 2003 exámenes en las escuelas ¡ los aespachos parroquia les, el sef! 1inario, las sesiones ~ el Congreso [...]( 2) Cuenta Gonzalez Cajiao, basandose en una versión del historiador José Vicente Ortega Ricaurte, que el pesebre Espina llegó a adquirir tal reconocimiento SOCial, que tuvo un maestro de orquesta: José María Ponce de León, el autor de la música de la primera ópera colombiana, Ester de Rafael Pamba. Una famosa cantante de ópera de la época, Emilia Benic, se metió detrás de bambalinas para conocer el funcionamiento de los muñecos, y terminó cantando, convertida en preciosa muñeca de porcelana.
En 1881, con el cese de actividades del pesebre Espina, se pierde la huella de la historia de los títeres hasta 1914, cuando nace en Manizales, para el bienestar del público y de los titiriteros, el genial, astuto, borrachín y sagaz Manuelucho Sepúlveda, " la mera astilla remediana ", novio de Cuncia, solterona contrabandista de aguardiente, quien le manifestaba su amor siempre y cuando hubiera dinero. Con ellos aparecían, además, los curas Mafafo y Asmita, " clérigos rurales, Ingenuos y bondadosos "; la Chupamuertos y la Gripa chumacera, espantos de Manuelucho en sus guayabos; Lucifer o Belcebú, azote de Manuelucho; María Natilla, Juaniquillo, don Absalón, Matildita, los hermanos Tarugo, y Matraca López, todos personajes que revelan
la manera de ser de un pueblo, sus costumbres y su lenguaje.
Sin siquiera sospecharlo, Manuelucho resulta descendiente de Polichinela y demás muñecos que surgieron a partir de la comedia del arte italiana. Es la síntesis de una idiosincrasia. Él encarna la manera de ser del paisa andariego y malicioso, jugador, enamorado, vagabundo y trapacero. Quienes lo conocieron vieron en él, así como en los otros muñecos que lo acompañaban, el reflejo de su más recóndita identidad.
Su creador fue Sergio Londoño Orozco, cuya vida se confunde con la de sus muñecos. El resulta más paisa y más aventurero que ellos. A la edad de dieciséis años se va de Abejorral( Antioquia), donde había nacido en 1 880. Se marcha al Casanare, donde convive con los indígenas y aprende a preparar diferentes pócimas, lo que le servirá después, en Manizales, para ganarse la vida y sostener dieciséis hijos, fruto de su matrimonio con Teresa Vásquez. Combate en la Guerra de los Mil Días al lado de los conservadores, como capitán comandante de la tercera compañía del batallón Carolina, y escapa milagrosamente de la muerte. Patrullando por el río Magdalena, enferma de paludismo, lo que lo obliga a trasladarse a Medellín, donde ingresa en la banda de Música de la policía. Posteriormente, en 1910, se traslada a Manizales, y allí trabaja como pintor de brocha gorda y como realizador de los avisos que anunciaban los espectáculos del teatro El