Agenda Cultural UdeA - Año 2003 ABRIL | Page 35

ISBN 0124-0854
N º 86 Abril 2003 argumentación, de planear un texto amplio. La enseñanza en Colombia sigue siendo de muy baja calidad porque no ha descubierto el texto como eje necesario de su acción. Por supuesto, salen buenos estudiantes de las universidades, de los colegios de secundaria o de primaria. Pero son los que, por razones usualmente ajenas al ambiente escolar, han adquirido esas competencias derivadas de la lectura: son esos seres excepcionales capaces de leer los libros completos porque en sus casas se leía o porque algún profesor entusiasta les abrió este aspecto del mundo en la escuela primaria o porque descubrieron, con algún amigo, los secretos de alguna biblioteca pública. La lectura, sin embargo, no va a tener nunca para el conjunto de la población el aura que la caracterizó entre los intelectuales humanistas del siglo XIX o el siglo XX: la relación de la mayoría de las personas con el pasado es muy diferente de la de quienes creen que en sus orígenes está el sentido de su cultura. La lectura humanística y literaria supone un mundo de referencias y de alusiones que sólo podría dar un sistema educativo que tomara muy en serio la literatura y la historia. Los textos clásicos tienden a hacerse incomprensibles para la mayoría de los lectores, aún los que han desarrollado competencias avanzadas de manejo de lo escrito. Es un problema de ambiente cultural, que no se altera por el dominio de un conjunto de herramientas de pensamiento y simbolización. Sófocles o Dante han sido
leídos siempre por pequeñas minorías, que antes eran las únicas alfabetas. Ahora es necesario, si queremos tener una sociedad realmente democrática, que ella adquiera la capacidad de leer eficientemente. Pero esto no quiere decir que todos deban o quieran leer a Sófocles o Dante. Los contenidos de la oferta y la demanda textual no pueden predecirse con eficacia, ni es posible evaluar anticipadamente su importancia para la sociedad: los definirá un proceso social más o menos abierto. Por supuesto, puede preverse que en la actualidad, la ciencia y la literatura de entretención tendrán un gran campo, pero también puede esperarse que, en la medida en que se mantenga una actividad lectora habitual, se desgastará el atractivo de textos demasiado elementales y manipuladores. Pero ese no es un problema que debamos enfrentar nosotros: si creemos en la educación, podemos pensar que las generaciones bien educadas podrán encontrar en forma autónoma el camino adecuado, un camino que permita un desarrollo creativo de la cultura del país y de la vida de sus ciudadanos.
Jorge Orlando Melo es director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, del Banco de la República de Colombia. Esta ponencia fue presentada en el seminario Las bibliotecas y la calidad de la educaci6n, organizado por el Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia