Agenda Cultural UdeA - Año 2002 JUNIO | Page 31

ISBN 0124-0854
N º 79 Junio de 2002
En este sentido , dejaré a los especialistas la difícil tarea de responder a la pregunta de si uno nace o se hace homosexual .
Para decir la verdad no tengo ni idea – y creo que nadie hoy puede responder con certeza , pues las hipótesis del origen genético o psicosocial vuelven a tomar fuerza regularmente la una después de la otra , cada dos o tres años , como si los homosexuales de todas las maneras tuvieran algo que hacerse perdonar . De hecho , tal pregunta poco me interesa . El homosexual y la lesbiana , más allá de nacer o de hacerse , son . Así se reconocen y se nombran cuando pueden . Allí están , al lado nuestro , amigos o amigas nuestras , colegas nuestros , sin que a veces lo logremos saber ; a veces son los seres que más queremos . Sin embargo , poco hablamos de ellos , de ellas , en una sociedad particularmente dura frente a la realidad que representa la comunidad gay o lesbiana . Porque , de hecho , todos sabemos por las noticias , por la literatura actual , por el cine , por los escándalos , que El poder gay se destapa , como titulaba hace poco un artículo de El Tiempo . En el gobierno , en el ejército , en las multinacionales , en las calles , en los bares , en el teatro y en los medios están , pero están cansados de vivir en el
anonimato , y por consiguiente en la angustia . Están cansados de ser estigmatizados y reclaman hoy el derecho a la intimidad y a la diferencia , tal vez para acceder poco a poco al derecho que tenemos todos los seres humanos a la diferencia . Let it be decían los Beatles de mi generación
Ahora bien , como feminista me siento particularmente cerca de ellos y de ellas porque a menudo tengo la convicción de que caminamos en la misma dirección y que nuestros sueños , de una cierta manera , se confunden . En efecto , ellos y nosotras nos oponemos a una sociedad profundamente patriarcal que se empeñó durante siglos en mutilar las infinitas posibilidades del ser humano , encerrándolo en patrones rígidos de la masculinidad y la femineidad , construyendo así “ hombres de verdad ” y “ mujeres como Dios manda ”. Una sociedad llena de dispositivos ideológicos que nos enmarcan y nos alienan en unos roles de género , que sirven para mantener el orden , un orden trasnochado que no hace sino obedecer a lo que el pensamiento judeocristiano llamó la Ley Natural . Como si la masculinidad o la femineidad fueran naturales , como si el amor lo fuera …
Esta ley natural que nos remite a un orden natural , con su implacable lógica del
instinto , de la cópula del macho y de la hembra que no pueden sino reproducir ciegamente la especie ; afuera de toda ética , afuera de toda historia , y por consiguiente sin posibilidad alguna de trasgresión , que es lo que permite la cultura y la ley , o sea los dispositivos ideológicos de una sociedad .
En efecto , desde que este extraño “ mutante humano ”, en un proceso que duró millones de años , se levantó sobre sus dos piernas y comenzó a habitar el mundo , ya no perceptual y sensorialmente , sino conceptualmente gracias a la liberación de la palabra , del símbolo , nunca más se volvería a someter simplemente a la lógica del instinto o de la pura necesidad . Desde que el macho y la hembra cedieron el paso al hombre y la mujer , seres hablantes , soñadores y constructores de futuro , seres de memoria y , por consiguiente , de amores difíciles , la ley natural del instinto y la cópula se volvió insuficiente para explicar la complejidad de lo humano , particularmente en materia de sexualidad , de deseo , de placer y de erotismo , que son conceptos que pertenecen definitivamente a la cultura . Poco a poco , y a medida que se alejaban los puros determinismos biológicos , la naturaleza de lo humano se