ISBN 0124-0854
N º 79 Junio de 2002 momento de felicidad. Y la dicha se le agrandó y la alegría le duró para muchas horas, hasta las horas del otro día, con el almuerzo que tuvo, como no recordaba haberlo tenido nunca antes. Y le duró hasta después, hasta las horas de la noche, cuando decidió irse a gozar de las fiestas veredales, que estaban en todo su furor. Su tío estuvo rabiando en todas esas horas, y en la noche se despertó con rabia, y en todo el otro día también lo estuvo. Por eso, cuando llegada la noche se enteró de que Florentina se hallaba bailando en la casa comunal, recogió las pocas ropas que ella tenía y las embutió en una bolsa, que dejó en el piso, al lado de la puerta. Después de esto, fue hasta donde ella estaba y la sacó a estrujones. La tomó por el vestido, a la altura de la espalda, y la llevó cuasi levantada hasta la casa. No más llegaron, la entró con un empujón y empezó a descargar toda su rabia contra ella. La sangre de él le bullía por las venas, que se le salían, ensanchadas, en el cuello.-Se va de aquí – le dijo-. Se va de aquí, maldita mujerzuela. La cogió entonces del cabello y la tiró hacia atrás, haciéndola trastabillar hasta caerse al piso. La pateó en las posaderas, se agachó luego y la tomó por las axilas, levantándola y poniéndola contra la pared. Le gritó en la
cara, al tiempo que le tiraba saliva por todo el rostro:-Se va de mi casa y no vuelva a aparecerse por aquí jamás, maldita prostituta. Va a sentir lo que es el enojo y el castigo de Dios. Cuando Florentina logró zafarse de él, reculó hasta la puerta y desde allí le gritó:-El castigo de Dios, si es que existe, lo va a tener usted. ¿ De qué le sirve mantener una Biblia bajo el brazo cuando se la pasa maltratándonos a cada nada? ¿ Sabe una cosa, tío? Esa Biblia le prestaría un mejor servicio, si la utilizara para limpiarse el culo. Al oír esto, el hombre se lanzó enfurecido contra ella. Florentina se paró firme y se dispuso a cerrar la puerta tras de sí.- ¡ Ya le he dicho que se vaya de mi casa, putica!. Si es capaz de irse a bailar con cualquiera, ¿ qué no hará esta prostituta? ¡ Se la va a llevar el diablo, Florentina Quintero! Florentina, con la mirada clara de quien no ha dejado resbalar una sola lágrima, miró a su madre. Había permanecido en un rincón de la sala, cubriéndose el rostro y enjugando las lágrimas con sus manos. Le tiró la misma mirada de antes. Esa mirada acusadora que la hacía estremecerse. Luego, le dijo al él:-El diablo se lo va a llevar a usted, tío – y, tomando fuerzas, le gritó-: ¡ Y ojalá que
se queme en los malditos infiernos! Salió, dando un portazo. El tío cogió la bolsa con las ropas de ella, abrió la puerta y se las tiró en la cara, diciéndole:-Adiós, Florentina Quintero. Y olvídese de que alguna vez me tuvo como su tío.-Adiós, viejo desgraciado-le dijo ella-. Y olvídese de que un día volverá a tenerme como su esclava – Y dicho esto, huyó sintiéndose como un pájaro que acaba de recobrar su libertad.