ISBN 0124-0854
N º 77 Abril de 2002 permitan acortar esa distancia entre la obra escrita y la obra imaginada. Saber qué críticas desechar por improcedentes y a cuáles atenerse por resultar útiles para mejorar obras futuras, es una de las cosas más importantes y difíciles de aprender si se piensa desarrollar este oficio.
Los peligros del escritor
Paradójicamente, el principal peligro para un escritor es considerar que ya no tiene nada que aprender, que nadie puede enseñarle nada sobre su propia obra; cosa que sucede cuando se nos entroniza en el Panteón de los Grandes Letrados y creemos que de verdad hemos llegado hasta dónde podríamos llegar. Ésta es la forma más segura de caer dentro de un esquema facilista que nuble la creatividad y haga que todas las obras futuras
parezcan una mala repetición de las anteriores. Es sano, entonces, tener tanta desconfianza de los halagos gratuitos como de las críticas que procedan de fuentes malintencionadas. Como dijo Ernst Jünger, " uno no puede evitar que le escupan, pero sí que le palmeen el hombro."
Lo otro que resulta temible, precisamente por ser indispensable para un escritor, es el mercado editorial. En nuestros días, la mayoría de las editoriales son fábricas que poco tienen que ver con el trabaja artesanal. El ritmo de producción, que se mide
por cientos de libros anuales, es, por sí mismo, un problema para quien decida trabajar varios años en una misma obra. El temor, al parecer, es ser olvidados si no se está sacando un libro nuevo cada seis meses. Un temor que vemos inclusive en las obras de escritores reputados que nos lleva a decir: " sería tan buen libro, si tan sólo se hubiera tomado más tiempo ". Si la escritura es un parto, ¿ qué significa publicar antes de tiempo?