Agenda Cultural UdeA - Año 2002 ABRIL | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 77 Abril de 2002 monsieur de Gasparin hizo que le dieran la Cruz de la Legión de Honor al humillado compositor . Uno de esos pocos logros de Berlioz en su país ~ atal . Porque en cuanto al Conservatorio de Paris , a duras penas le soltaron un puesto como bibliotecario . Las ironías de la vida : el más grande orquestador del siglo XIX , uno de los más osados armonistas de su época , el más original de los músicos románticos europeos , reducido al oficio de recibir y entregar partituras y libros de música . del Apocalipsis sonaron verdaderamente a Juicio Final ; y se pudo entender una vez más el sentido de esos cataclismos orquestales , el efecto de esa majestuosidad que dejó perplejos a Liszt y a Paganini , a Schuman y a Wagner , el encanto de una música de la que su autor decía : " si fuera amenazado de ver quemar mi obra entera , y me dijeran salva una partitura , pediría la gracia por la misa de los muertos ”.
El tiempo se encarga de ejecutar certeras venganzas . Por el Réquiem nadie apostó ni un céntimo , cuando una reducida orquesta y un coro paliducho lo estrenaron en la iglesia de Los Inválidos , el 5 de diciembre de 1837 . Pero , a pesar de los innumerables tropiezos , la obra logró impresionar al auditorio . Por supuesto el efecto de las trompetas escalonadas , sonando el pavoroso Juicio Final no pasó inadvertido , y tampoco el célebre pasaje de las flautas y los trombones , y aquellos otros de una rara belleza íntima , más bien aérea , en que el Dios de Berlioz parece reflejar la luz paradisíaca de Dante . Igualmente nadie creyó que se trataba de una de las obras maestras de la música religiosa . Y que conste que su creador se consideraba un ateo convencido . Finalizando este siglo , decir que Berlioz es el genio más impredecible , menos abarcable , el más renovador y audaz de todos los músicos franceses , es casi un lugar común ; pero afirmado en el París de los salones cultos del siglo pasado era una blasfemia . Por ello , escuchar por primera vez esta obra , con sus músicos ( coristas e instrumentistas ), fue sentir , entre muchas cosas más , que el tiempo decía de nuevo la verdad . Los amantes de la austeridad musical obviamente no tenían nada que hacer en un concierto de estas dimensiones . En primer lugar , por la gran cantidad de oyentes , encerrados en una especie de estadio lleno de pancarta s publicitarias ( Coca Cola , Nestlé , Yop , AGFA , Sernam . ¡ Pobre Héctor !, ¡ cuándo iba a imaginarse los pavorosos rumbos alcanzados por la confabulación de la publicidad y el arte !); y por las dos grandes orquestas ( la del Capitolio de Toulouse y la Filarmónica de Dresde ); y por los cobres de la orquesta del Oratorio repartidos en cinco grupos , distantes entre sí , situados en nichos especiales , encima de las orquestas ; y por el inmenso coro conformado por 18 corales de Francia . Y todo dirigido por un solo hombre ( Michel Plasson ), cuyas manos a veces daban la impresión de no ser suficientes para dirigir semejante avalancha de sonidos . Así , el 12 y 13 de junio , dos únicas funciones en París , los metales