ISBN 0124-0854
N º 67 Mayo de 2001 todavía dependía de la recolección de productos silvestres y, sobre todo, de los recursos marinos. La extrema aridez de la costa ha permitido la conservación de testimonios artísticos y artesanales y de objetos de la vida cotidiana de culturas muy antiguas en el tiempo, de características únicas en el continente americano. Se conservan también restos de viviendas semisubterráneas construidas en piedra y otras, aparentemente de carácter religioso, construidas sobre túmulos con plataformas. Hacia las tierras altas, la sedentarización fue posible con la domesticación de animales y el desarrollo de la agricultura. Al mismo tiempo, se elaboraban objetos de cerámica con igual destreza que en los pueblos de la costa, en un proceso de igual desarrollo y simultáneo a las civilizaciones de mesoamérica.
Hacia el 1200 a. C., surge, en la sierra norte, el primero de los movimientos culturales del área andina conocido con el nombre de Chavín. Su arte, extrañamente simbólico, incluso abstracto y estilizado, se expandirá desde su centro de
origen, la parte alta y la costa del norte del actual Perú, hacia el sur, más allá de Ayacucho en la sierra, y por la costa hasta Paracas. La civilización Chavín exportó no sólo nuevas ideas sino también nuevos productos alimenticios. El desarrollo de la agricultura y los excedentes producidos permitieron el afianzamiento de una cultura urbana y agraria y reforzaron la necesidad de la actividad religiosa. También vino la consecuente evolución de la organización social y política creándose organismos correspondientes a estados o reinos tanto en el norte como en el sur del país. El más destacado de estos reinos fue el Mochica. Hábiles artistas, dejaron innumerables testimonios de su organización y su vida cotidiana a través de sus obras de arte y artesanía y la arquitectura. Es claro que su expansión se produjo a través de la conquista militar y gracias a una inteligente organización política.
Mientras tanto, hacia el año 600 de nuestra era, en el altiplano andino, en la cuenca del Lago Titicaca, se desarrollaba la civilización de
Tiahuanaco. Son testigos de su desarrollo hasta hoy, las construcciones de piedra realizadas con una precisión tal, que no fue superada siquiera por los más hábiles constructores incas. También fueron grandes ceramistas y orfebres. Entre el año 800 y el año 1.000, su influencia se dejó sentir por toda la costa peruana y por el norte de Chile y Argentina.
Hacia el año 1.000, surge una nueva cultura regional, esta vez en la costa norte del Perú. Se trata del imperio Chimú. Su principal ciudad fue Chanchán, ubicada cerca de la actual ciudad de Trujillo, impresionante muestra del desarrollo alcanzado. Desde esta época, se aprecia el surgimiento de focos culturales o civilizaciones regionales de importancia, con características locales pero en continua interrelación, hasta el surgimiento de lo que será la más notable organización política jamás conocida en América, el imperio Inca. Centralizado en su capital, Cuzco, en el corazón de los Andes centrales, irradió su poder hasta el sur de la actual Colombia, por el norte; hasta los confines de la zona central de Chile, por el sur, y hasta