Agenda Cultural UdeA - Año 2001 MARZO | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 65 Marzo de 2001 desconcierto, por la tensión y por la admiración mutua.
En 1889, la Exposición Universal de París permitió que Satie conociera músicas exóticas de todo el mundo, entre las que prefirió la rumana, cuya influencia se descubre en las enigmáticas Gnossiennes.
En 1890 conoció a un personaje bastante particular llamado Joséphin Péladan, quien se hacía llamar Sár Péladan( sár era el máximo título otorgado por la Orden del Templo de la Rosacruz, una secta místicoexótica que el mismo Péladan había creado, y que se fundamentaba en filosofías orientales y principios rosacrucianos), con quien realizó algunos trabajos musicales, de los cuales, el más destacado fue la composición de la música incidental de la ópera El hijo de las estrellas. Poco tiempo después Satie fundó su propia secta, a la que denominó Iglesia Metropolitana del Arte de Jesús Conductor, cuyo objeto era luchar contra la inmoralidad estética y artística de la época. Esta aventura, como otras tantas, terminó con un fuerte intercambio de insultos y de bastonazos en un concierto de la Orquesta Lamoureux, que aumentó el número, por lo demás ya bastante considerable, de enemigos.
En 1903, y tal vez como respuesta a las constantes críticas sobre su precaria formación musical, Satie ingresó a la Schola Cantorum, la academia más exigente de Francia. Allí el maestro Albert Roussel elogió sus conocimientos y dejó sin bases sólidas la opinión de sus adversarios. Sin embargo, los nuevos aprendizajes no influyeron mucho en la concepción de su música, pues ésta era cada vez más cercana a su esencia rebelde y antiacademicista.
En 1911, Ravel, con quien mantuvo una relación cordial, consiguió que la Société Musicale Indépendante le organizara un concierto monográfico para dar a conocer sus obras, lo que significó para Satie la consagración definitiva. El18 de mayo de
1917, en el Teatro Chátelet de París, se estrenó, en medio de un gran escándalo provocado por admiradores fanáticos y adversarios irreconciliables, Parade, una obra escrita por encargo de Sergei Diaghilev, precursor de los Ballets Rusos, sobre un guión de Jean Cocteau, con escenografía y coreografía de Picasso y de Massin, respectivamente, y cuyo fin era simbolizar el espíritu moderno en la danza.
En 1918, por encargo de la Princesa de Polignac, Satie compuso la cantata Sácrates, un tributo al pensamiento, una obra de inmutable serenidad, considerada por muchos una de sus creaciones más hermosas y una de las más valiosas de la música francesa de ese tiempo.
“ Hay que ser inconformista hasta el fin” fue la frase que acompañó el desarrollo de su vida. A pesar de haber sido el patrocinador del tan conocido Grupo de los seis-franceses que reaccionaron contra el impresionismo-, y de haber participado con Darius Milhaud en el proyecto de la llamada“ música de mobiliario”, que concebía la creación musical, más que como un objeto artístico, como un elemento decorador, Satie siempre se declaró en contra de las escuelas, y de todo lo que significara academia. Sin embargo, sus últimos años de vida los dedicó a dar una interpretación musical al movimiento dadaísta, de la mano de Francis Picabia y Marcel Duchamp. De esta época son los ballets Reláche y Mercure, que, como las demás obras del compositor, ocasionaron un gran escándalo en la sociedad europea.
La soledad y la pobreza fueron constantes en la vida de Satie. Nunca se casó y escasamente se le recuerda algún romance fugaz. En los últimos años, su salud se vio seriamente afectada. Después de una penosa hospitalización murió en París, el 1 de julio de 1925.
Beatriz Elena Mejía Mejía, Directora de la Emisora Universidad de Antioquia.