ISBN 0124-0854
N º 68 Junio de 2001 embargo, el público parisino reaccionó violentamente, y se produjeron fuertes enfrentamientos entre quienes encontraron en la obra algo magistral y los que la consideraron una música sin sentido y absurda.
Luego de sus logros y reconocimientos, el artista se enfermó, por varios meses, de fiebre tifoidea. Pasado un tiempo concluyó el El Ruiseñor, obra clave en su catálogo por marcar un estilo que se mantuvo vigente en varias de sus obras posteriores, aun en su última creación destacada Requiem canticles, compuesta en 1966; en contraste con Historia de un Soldado, estrenada en 1918, que mostró un autor motivado por el afán de ganar dinero y de recobrar su fama.
Superada esta fase de su vida, en 1923 empezó a componer las primeras obras neoclásicas, marcadas por su interés en el estilo de los siglos XVII y XVIII. Las piezas también se caracterizan por un ideal de objetividad que, en parte, era una reacción contra el exceso emotivo de finales del romanticismo. Este ideal se percibe claramente en su autobiografía de 1935, donde escribió: « La música no tiene, por naturaleza … poder para expresar nada » y opinó que los intérpretes debían seguir expresamente las indicaciones del compositor sin complementar las obras con sus propias ideas. Esta posición estética tuvo un fuerte impacto en la música moderna. Algunas obras de este período son la ópera oratorio Edipo rey,( 1927) con un texto en latín, versión de J. Danielou sobre un texto de Jean Cocteau, inspirado en Sófocles; y el melodrama Perséfone, de 1934, para recitantes, cantantes y orquesta, con texto de André Gide, inspirado en el mito griego.
En 1939 viajó a Estados Unidos y comenzó uno de sus períodos más polémicos. Fue criticado por abandonar a Europa a comienzos de la Segunda Guerra Mundial y por no haberse pronunciado en contra del nazismo, del fascismo y de la guerra, como sí lo hicieron muchos artistas de la época. Y en Rusia fue señalado por convertirse en un“ capitalista”. En este período, Stravinski atravesó por otro de los momentos críticos de su inspiración, ya que compuso obras
consideradas como vacías y poco acordes con el talento demostrado por él.
A principios de los años 50 Igor Stravinski volvió a subir su calidad y dio un giro a lo que hasta ahora había realizado. En 1948 entabló amistad con el joven director estadounidense Robert Craft, quien pasó a ser su asistente musical. Craft lo animó a escuchar la música de los serialistas, que trataban la melodía atonal como una serie de tonos sin relaciones armónicas o melódicas, y cuyas técnicas se basaban en el sistema dodecafónico del compositor vienés Arnold Schönberg. Aunque Stravinski había rechazado anteriormente las teorías de Schönberg, se interesó por la música de su discípulo, el compositor austriaco Anton von Webern. Poco a poco Stravinski empezó a utilizar las técnicas seriales, integrándolas, a su manera, como había hecho con todas las anteriores influencias musicales, en composiciones como la cantata Threni de 1958, Movimientos para piano y orquesta de 1959, y la gran trilogía de 1961, A Sermon, a Narrative, and a Prayer, y su última gran composición, Requiem canticles del año 1966.
Durante toda su vida, Stravinski experimentó con muy diversos estilos musicales, desde las melodías tradicionales rusas hasta el primitivismo, el jazz, el neoclasicismo, la bitonalidad, la atonalidad y el serialismo. Su catálogo de obras contiene 101 piezas que abarcan: música orquestal, vocal, profana, religiosa, de cámara, oratorios, óperas y ballets. De igual forma plasmó su legado en libros como Crónicas de mi vida publicado en 1935, y Poética Musical en 1939. También se destacó como director de orquesta y de sus propias grabaciones. Su gran habilidad como compositor se encontraba, en parte, en su capacidad para seguir evolucionando y en hacer suyas las técnicas nuevas. Según sus palabras, « seguir un solo camino era retroceder ». Este gran genio ruso del siglo XX murió de un infarto, en Nueva York, el 6 de abril de 1971.