Agenda Cultural UdeA - Año 2001 JULIO | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 69 Julio de
2001
Franz Liszt: un piano para interpretar la vida
Por Beatriz Elena Mejía Mejía Jefe Departamento Emisora Cultural
“ Él, y sólo él, es quien me hace sentir el misterio divino de la vida”
Marie D ´ Agoult

El hombre apasionadoo, inteligente y refinado; el músico virtuoso; el genio que cautivó a todos con su prodigiosa inspiración; el todopoderoso de Weimar. Ese era Franz Liszt, uno de los compositores y pianistas más influyentes del siglo XIX, quien, con su indiscutible talento y su imponente brillo intelectual, marcó una de las épocas fundamentales de la historia de la música: el Romanticismo.

Liszt, de origen húngaro, mostró, desde muy pequeño, un impresionante talento musical. Con el fin de iniciar su formación artística, la familia viajó a Viena en 1821. Cuando el pianista Karl Czerny constató la destreza del niño de 10 años, dijo:“ No he escuchado un talento igual desde Schubert
, puede llegar a ser mejor pianista que nosotros”. A él y a Antonio Salieri, sus padres confiaron el inicio de sus estudios musicales.
Dos años más tarde realizó en Viena su primera presentación como pianista, en la que, entre otras interpretaciones, improvisó sobre un tema de la Séptima Sinfonía de Beethoven. Y era, precisamente, conocer al compositor alemán, la obsesión del joven Liszt. Czerny logró que lo recibiera en Su residencia. Allí, Beethoven le pidió que tocara La Fuga en do menor del Clave bien
temperado de Bach. Luego interpretó el primer: movimiento del Concierto en do menor para piano, del propio Beethoven. La prueba resultó tan positiva que, al día siguiente, el maestro de Bono asistió a un recital del joven Franz, y, al finalizar la interpretación, subió al estrado y le besó la frente. Éste representó uno de los acontecimientos más memorables de su vida.
Gracias a los extraordinarios progresos mostrados, en 1823, la familia trasladó su residencia a París, con el fin de perfeccionar su formación musical. Sin embargo, el compositor y Director del Conservatorio parisino, Florentino Luigi Cherubini, impidió su ingreso, motivado por el malestar que le produjo la presencia del joven músico, y argumentó que en el centro no podían estudiar extranjeros.
Decepcionados por la negativa, la familia encomendó a Anton Reicha la continuación de sus clases. Pasado algún tiempo, el ambiente parisino reconoció el nacimiento de un nuevo genio. Pero la tensión y el cansancio acumulados resintieron su salud, y le produjeron una crisis religiosa con tendencia pseudomística que lo hizo expresar su deseo de ingresar al convento.
A los 16 años, cuando afrontaba la muerte de su padre, inició una activaa vida intelectual marcada por la lectura de pensadores como Kant, Pascal, Hugo, Byron, Montaigne, Voltaire, y de Lamartine; los mismos que influyeron en la creación de muchos de sus poemas sinfónicos. Por esa época, el matrimonio de Caroline de Saint-Cricq, de quien estaba profundamente enamorado, ensombreció nuevamente su vida. Esta