Agenda Cultural UdeA - Año 2001 FEBRERO | Page 3

ISBN 0124-0854
N º 64 Febrero de 2001

Cien años de la muerte de Giuseppe Verdi

Por: Detlef Scholz
“ El arte, sin espontaneidad, naturalidad y sencillez, deja de ser arte”
Giuseppe Verdi

En el año 1900, un amigo preguntó a Verdi cuál de sus obras era su preferida. La respuesta: ¡ La Casa di Riposo per Musicisti! El más famoso( y, probablemente, también más rico) compositor de ópera italiana jamás olvidó su origen: el entorno de los campesinos pobres de los llanos del río Po. Siempre dijo con orgullo“ soy campesino” y mantuvo sus características firmes por toda su vida: honrado, orgulloso, terco, con un temperamento casi violento, peleador en los negocios, pero el más suave y generoso de los hombres cuando se le tocaba la sensibilidad humana. El mismo hombre que prohibía a sus sirvientes salir de casa, que peleaba con los directores de ópera y con los editores por sus derechos, fundaba hospitales y suspendía el pago de arrendamiento de los campesinos cuando había malas cosechas. La Casa di Riposo era la última fundación del viejo Maestro como asilo

de ancianos para músicos viejos, italianos y pobres. A ella Verdi dejó todos los derechos de sus obras.
El camino largo, difícil, glorioso y, a menudo, doloroso había empezado unas ocho décadas antes: Giuseppe Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Roncole, un pueblito cerca de Busseto, y fue registrado como Joseph Fortunin Francois Verdi, por haber nacido bajo soberanía francesa. De padres pobres, sencillos( la madre fue analfabeta toda la vida), creció en el ambiente campesino, que no fue obstáculo para explorar su talento musical en el órgano de la iglesia del pueblo. En Antonio Barezzi, rico comerciante de Busseto, encontró a un mentor fiel. Cuando Verdi tenía 18 años, Barezzi le ayudó económicamente y le consiguió una beca para estudiar en el Conservatorio de Milán. Sin embargo, en el examen de admisión, sus pruebas en composición y sus facultades como pianista no fueron suficientes: ¡ no fue aceptado! Durante un par de años, el joven se formó con un maestro particular, probablemente con mayor rapidez de la que habría logrado en un estudio académico regular. Pese a ello, le fue muy difícil superar el malestar que le produjo esta situación, tanto así que a los 85 años rechazó con vehemencia la solicitud de permiso del Conservatorio de Milán para adoptar su nombre. A los 22 años de edad, el magistrado de Busseto lo contrató como