ISBN 0124-0854
N º 60 Septiembre de 2000 los otros como ceguera o mentira .
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana no problemática , basada en una palabra infalible , consiste en que suprimen la indecisión y la duda , la necesidad de pensar por sí mismo , otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación , separan un interior bueno -el grupoy un exterior amenazador . Así como se ahorra sin duda la angustia , se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida , la más espantosa facilidad . Y cuando digo aquí facilidad , no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios , que sus miembros aceptan o desean el heroísmo , cuando no aspiran a la palma del martirio . Facilidad , sin embargo , porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento , en los que tantas veces se refugia ,
sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión , de combinar el entusiasmo y la crítica , el amor y el respeto .
Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen , es el descrédito en que cae el concepto de respeto . No se quiere saber nada del respeto ni de la reciprocidad , ni de la vigencia de normas universales . Estos valores aparecen más bien como males menores propios de un resignado escepticismo , como signos de que se ha abdicado a las más caras esperanzas . Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor , el entusiasmo , la entrega total a la gran misión , ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas . Y como el
respeto es siempre el respeto a la diferencia , sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia puede disolverse en una comunidad exaltada , transparente y espontánea , o en una fusión amorosa . No se puede respetar el pensamiento del otro , tomarlo seriamente en consideración , someterlo a sus consecuencias , ejercer sobre él una crítica , válida también en principio para el pensamiento propio , cuando se habla desde la verdad misma , cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca ; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe ; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad , sin que se requiera ninguna otra . Nuestro saber es el mapa de la realidad , y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria
Dostoievski entendió , hace más de un siglo , que la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas , Amamos las cadenas , los amos , las seguridades porque nos evitan la angustia de la razón .