ISBN 0124-0854
N º 57 Junio de 2000 estancada de los lagos se riza levemente.
Como carece de sombra- inclusive cuando se pasea delante del sol al mediodía- se cree un brujo a quien nadie podría detener. Con un breve pase mágico, levanta la falda de las jóvenes, quita el sombrero a los viejos y abate la capa de los obispos. Este mismo espíritu juguetón lo induce a aullar ya rugir, pero también a secretear. Simula órdenes y confunde al nervioso. Aviva el fuego de los incendios y apaga la vela en la oscuridad. Arrepentido, tal vez, escarba, esculca, hurga. Es inconstante, voluble y padece continuas crisis de identidad. Tan pronto como es, deja de ser. Como hijo de la luna y del sol, nunca duerme y tampoco sabe cuándo bromea, cuándo engaña o cuándo anda enfadado de veras.
De tanto ir y venir, de tanto regresar una y otra vez sobre sus propios pasos, ninguna hierba crece y ningún animal se mueve cerca de su vivienda. Por aquellos parajes sólo se encuentran piedras, cascajo, polvo y arena movediza. Pero allí el viento se entretiene como si jugueteara con sus hijos pequeños. El viento, sin embargo, carece de descendencia y vive solo. Todos los baches en la tierra, tanto los profundos como los superficiales, los ha ocasionado él. Quien caiga en un hoyo, puede culpar al viento, que lo ha abierto de propósito. Todos los que necesiten un culpable, ¡ busquen al viento! ¿ Qué no ha tumbado o destruido a su paso?
A pesar de sus continuos desmanes, posee la fortuna de que nadie podría encontrarlo para que rindiera cuentas. Cuando alguien cree que se esconde en una hondonada, él se agazapará en un barranco; cuando lo busquen en una vertiente, él se encontrará en la cuesta de una montaña. Exactamente detrás de quien lo busca, andará él, riéndose. Él detiene la tortuga, confiere velocidad al lagarto, esfuma las aves y hasta llega al atrevimiento de silbar al oído de quien lo busca.
Abochornado por el calor de la tierra, un día el viento decide lanzarse al mar. ¿ Se ven saltar los peces voladores? No, es el viento. ¿ Zozobra solo el barco o el velero? No, es el viento. ¿ Avanza una gran nube negra sobre la tierra? Es el viento benéfico que trae la lluvia y acaba con la estación seca. Los pájaros descienden de las alturas y, húmedos de lluvia, se quedan quietos en las ramas de los árboles en espera del viento que los seque y los eleve de nuevo a las alturas.
¡ El viento, siempre el viento!
Jaime Alberto Vélez, profesor de Lingüística, Universidad de Antioquia