ISBN 0124-0854
N º 57 Junio de 2000
Por: Luz Marina Restrepo U.
“ Me vienen cosas del fondo de la vida: mulada estaba, ya me vuelvo reflejo... Agua continuamente cambiada y removida; así como las cosas es mudable el espejo” 1
“ Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mi, He ido hacia lo Que duerme en un país al viento” 2
Así hablaron Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik: del oficio de ser poetas, del trabajo que entrañaba desdoblar las palabras para construir mundos plenos de sentido, trascendiendo la angustia cotidiana en metáforas donde pueda anidarse la experiencia humana que hará posible el nacimiento del poema.
Poema y diálogo encuentran en estas poetas su más firme expresión; ambos se entrelazarán para producir la palabra que vaya al encuentro del lector, proponiéndole nuevas miradas para acceder al universo de los imposibles que hallarán plena expresión en el tono, la música y el sentido que son capaces de transmitir. Por eso puede decirse que el poema en sí mismo es un diálogo, un autodiálogo,
un intento por encontrar entre interlocutores divergentes, algo común en el discurso y su réplica, en la pregunta y en la respuesta.
Poema y diálogo son parte del lenguaje que compartimos. Pero mientras el poema es afirmación, testimonio de sí mismo, el diálogo nos remonta a los posibles sentidos que convoca el poema. Ese es el reto que propongo a mis lectores, adentrarnos en el poema que crearon Alfonsina Stomi y Alejandra Pizamik para dialogar con sus formas de producir sentido, dejando que su palabra aceche nuestro más cercano destino.
Construir un diálogo de poemas a partir del legado de Alfonsina y Alejandra, es hacer que sus escrituras coincidan en tiempo y espacio para
que sus palabras traigan el eco de los silencios que las atormentaron hasta pagar con sus vidas el precio de su creación.
Escuchemos … ellas se aproximan sigilosas, traen mensajes de vida y muerte, impacientes esperan que al fin construyamos el sentido y así nos juguemos por ellas la última partida, la última apuesta.
No resulta fácil escribir poesía, como tampoco lo es acceder a su misterio; llegar a su esencia implica dejarse llevar por los vericuetos de sus múltiples sentidos, estar dispuestos a dejarse extraviar del camino y aún así seguir apostando a lo incierto por descubrir, donde yo me juego con mis miedos, mis angustias y mis deseos más recónditos.
Pero si el dolor las parió, el amor las fecundó e hizo brotar del fondo de sus corazones los poemas más dulces y más tristes a la vez. Aunque el amor marcó sus vidas, no claudicaron ante él. Fueron soberbias a la hora de la entrega, bebieron en las copas del placer y el dolor hasta la última gota sin remordimientos, y trataron a ambos impostores con el mismo desdén con que se tratan aquellas cosas en la vida que no nos pueden apartar del camino señalado.