Agenda Cultural UdeA - Año 2000 JULIO | Page 22

ISBN 0124-0854
N º 58 Julio de 2000 destacan ciertos personajes y se hacen públicos para alimentar ese“ narcisismo telúrico” que invade permanentemente la opinión corriente cuando se busca ejemplificar la grandeza de una raza; inclusive, no es de asombrase que en ciertas manifestaciones estéticas y literarias, sin saber por qué, se hace alarde de la universalidad de las creaciones cuando ni siquiera se las conoce en sus propias regiones; así, pasamos al deporte, con esa facilidad de considerar en los efímeros triunfos de un equipo de fútbol, en los logros invaluables de un ciclista, en el emotivismo de la velocidad de los automóviles de carreras, la imperecedera llama del patrimonio cultural.
Además, la cruel desventura de la astucia, concebida como malicia“ indígena”, que no es más que la excusa al fomento colectivo de la irresponsabilidad, las mentiras, la corrupción, el resentimiento, el odio desmedido, la sed de venganza se hallan en los puestos de honor de la concebida“ idiosincrasia colombiana”. Ahora, no puede inclinarse la balanza hacia los extremos y, con el candor que induce a la ignorancia, pensar que el
camino más propicio para reelaborar y reconstruir lo que hemos concebido como patrimonio cultural sea una vuelta romántica a la herencia precolombina como lo aducen algunos, o la nostalgia enfermiza como se anclan algunos otros que esperan en esa Colombia“ folklórica”, por ejemplo, rescatar lo más auténtico de nuestro ser y quién sabe, en la era de las nuevas tecnologías y de los procesos de globalización, asumir una indiferencia neolímpica donde sencillamente“ todo es bien” y“ nada te compromete”, ese letargo mental llamado postmodernidad que más bien es indolencia y apatía.
Y en este sentido ¿ Qué relaciona a la Universidad con el debate del patrimonio cultural?
De esta manera el“ patrimonio cultural” como una de las formas de agresividad no puede constituirse en una sorpresa más, ya que en nada se diferenciaría, en el sentido moral, del estado de postración y de barbarie que se alimenta en nuestro país por medio de diferentes acontecimientos
No sería insensato aducir que el significado de la Universidad como“ patrimonio cultural” debe trascender el contexto general geográfico, espacial, arquitectónico, esto es, el inmediato uso identificatorio con el cuerpo físico, y aunque los cambios sólo son la certeza de la temporalidad, pese a las ruinas que produce el tiempo, es la palabra la que devuelve a la Universidad su carácter de infinitud, de elevada conciencia histórica y social. Aunque una ya exagerada expresión nostálgica hace arrancar de manera aguda algunas voces, el recuerdo inconsolable, la desprevenida reminiscencia de lo que fue y de lo que no podrá ser. La Universidad puede ser objeto de“ mitos” nostálgicos como el que intentamos clarificar, el del“ patrimonio cultural”, pero su actual significado, siguiendo las palabras de Alfonso Reyes, estima el esfuerzo de del escribir y del pensar " como los más valiosos patrimonios que esta institución fomenta y deberá seguir fomentando para que de este modo no sea atacada por la mayor de las pestes“ la maleza y el desierto”, en la actualidad“ la mediocridad y la