ISBN 0124-0854
N º 49 Septiembre de 1999
París, podían ser las dos terceras partes del gremio...).
En buena medida como desarrollo de los procesos que así se habían iniciado, a lo largo del siglo XX asistimos a una radical crisis de la representación que elimina, de manera consciente, todos los vínculos con la pintura del pasado y deja en total libertad la búsqueda de nuevas alternativas, ya no ligadas con la idea renacentista, según la cual la pintura nos enseñaba a conocer el mundo exterior. Como consecuencia, la pintura se descubrió liberada de la retórica de los temas y de los géneros( pintura histórica, religiosa, paisaje, bodegón, etc.) y, por supuesto, de la misión de representar lo real. Pudo, entonces, plantearse los problemas de la pintura misma, es decir, de la estructuración de la superficie, del uso de los colores, de la relación con la interioridad del artista, de la forma de comunicarse con el espectador: todo ello la llevó a redescubrirse y a crear, así, las posibilidades que poco a poco llegan a ocupar en el ámbito contemporáneo. En otras palabras, más que morir, surgió una nueva pintura con una dimensión prácticamente inédita en la historia del arte.
Pero, quizá, podamos ir todavía un poco más al fondo del asunto, diciendo que los cambios, las crisis y hasta la posible muerte de la pintura, dependen de la relación entre el arte y las condiciones tecnológicas del mundo contemporáneo, que llevan a la búsqueda de un arte más concreto y espacial, menos teórico que la pintura anterior. Hoy asistimos a la presencia invasora de la radio, la televisión y el video, que se nos impone en una forma envolvente; y la obra de arte, que se ha reivindicado siempre como un“ medio” e comunicación, tiene que corresponder en su estructura a este nuevo ambiente tecnológico. Por ello, es invasora del espacio real y ha roto con la bidimensionalidad del cuadro o la abstracción de la escultura marmórea( escultura que, de hecho, resistió inclusive menos que la misma pintura).
En definitiva, la pintura murió, pero sigue viva: todo depende de lo que entendamos por ella. Quizá quedó atrás la idea de la pintura que tenía como finalidad la producción de un objeto fabricado a partir de reglas ancestrales que definían una belleza exterior. Pero, sin ninguna duda, mientras el arte se entienda como creación libre, como investigación estética, como manifestación de la riqueza polifacética del hombre y del mundo, seguirá existiendo la pintura como medio del arte, como posibilidad y como historia cultural.
Carlos Arturo Fernández Uribe, profesor de la Facultad de Artes.