ISBN 0124-0854
N º 46 Junio de 1999
Estanislao Zuleta. Tomada de El Espectador
“ Respetar la diferencia” esa proclama que se vuelve hueca, retórica, lugar común, de la que todo el mundo habla y habla, pero que nadie pone en práctica, creo que fue la bandera del comportamiento de Zuleta.
Por: Libia Restrepo Betancur
Sólo puedo hablar de Estanislao Zuleta desde el punto de vista del lector y de la escucha. Nunca fui su amiga. No crucé con él palabra alguna. No fui su alumna ni pertenecí a ninguno de los círculos que formó, ni en la Medellín de su juventud ni mucho menos en la Cali de su madurez. Me acerqué a él por medio de los documentos que circulaban en la universidad y luego por los libros que le fueron publicando poco a poco. Después tuve la oportunidad de verlo varias veces, cuando después de muchos años aceptó regresar a Medellín a dictar conferencias y a reencontrarse con sus amigos.
Recuerdo con satisfacción y cariño la grata impresión que sentí al leer el primer documento que llegó a mis manos. Quedé fascinada por el método
que utilizaba para hacer entender la idea que se proponía y que usaba para exponer sus razonamientos, ese deslizarse con suavidad pero con firmeza en los pronunciamientos más profundos; ese énfasis que ponía en aquellos puntos que consideraba de mayor relieve. La explicación ampliada y detallada de cada una de las apreciaciones y reflexiones que proponía a su oyente en una conferencia, o al lector, si de un escrito se trata.
Tampoco puedo olvidar aquella alta y gruesa figura con un rostro hermoso y varonil que a duras penas se reía con ironía cuando dictaba una conferencia. Poseía una voz agradable con un fuerte acento antioqueño no ocultó jamás. Existen algunas improntas culturales que jamás se borran por más sumergidos que estemos en otros