ISBN 0124-0854
N º 42 Febrero de 1999
Narcohuellas en las cuartillas
Hundertwasser. Fragmento Lágrimas horizontales y verticales de un hombre sobre el cual brilla el sol y cae la sombra. Giudeca, marzo de 1966
Después de la muerte física, es posible que el periodista sufra una muerte moral. Los narcos lo hacen morir dos veces.
Especial para ENLACE / Javier Darío Restrepo
Cuando mataron a Nelson Osario Patiño, dos periódicos relacionaron su muerte con los vínculos que el periodista mantenía con Leonidas Vargas a quien le había administrado unos bienes en Caquetá, según El Espectador. Los conflictivos tratos de Vargas con capas del narcotráfico y con paramilitares motivaron la pregunta del titular de El Tiempo y la afirmación en el antetítulo de El Espectador, que fue como cubrir esa muerte con crespones de duda. Lo mismo había ocurrido el 19
de mayo cuando asesinaron en Cali a Bernabé Cortés. Las reseñas sobre su muerte consignaron como parte de su hoja de vida que su nombre había aparecido en las listas de presuntos destinatarios de dineros del narcotráfico, revelados ante la justicia de Estados Unidos por el ex contador del cartel de Cali, Guillermo Pallomari.
Estos son los casos más recientes, pero en el pasado ocurrió otras veces que, al dolor por la muerte del periodista, se sumara el desconcierto por la muerte moral que representaba la relación de sus nexos, reales o imaginarios, con