Agenda Cultural UdeA - Año 1998 OCTUBRE | Page 20

ISBN 0124-0854
N º 39 Octubre de 1998

“ Una simbología amorosa de los homosexuales”

Por: Róbinson Grajales *

Esa agridulce ilusión de completud, ese perenne engaño del que habla Kristeva, la condena de vivir atrapados por y en el otro, ese fenómeno llamado amor, también incluye a los homosexuales. Así parecen gritado las parejas arrinconadas en los bares por el temor a ser señalados, ' con el lenguaje tímido de sus manos, susurrándose al oído una verdad válida tanto para ellos como para los heterosexuales:“ te amo, yo tampoco”.

La clandestinidad se ha convertido en su emblema. Desde la inclusión del mascolorum concubitus en la lista de los pecados de la carne, elaborada por San Pablo, fueron arrojados del mundo como enemigos de la humanidad. Aquellos que se dejaban arrastrar por el placer, que atentaban contra la naturaleza reproductora del hombre, debían ocultar su rostro y, al igual que los leprosos, abandonar la vida en sociedad, perder el derecho a bañarse en las aguas de los“ puros” y a comer en la misma mesa de los aristócratas. Condenados en la galería de los perversos pecaminosos, la medicina del siglo XIX vino a salvados para llevados a su museo de los horrores e infecciones. De pecadores a enfermos. Los obligaron a ocultarse de nuevo para evitar el estigma de anormales, pero la medicina, taimada como siempre,
Adréi Ivanov. La hazaña de un joven de Kiév durante un asalto a su ciudad. l810
encontró la forma de desenmascarados: bastaba con un examen clínico detallado del pene y el ano para descubrir las deformaciones propias de la homosexualidad, pruebas irrefutables. Estos sujetos no eran responsables de su condición, pero no por esto dejaban de ser proclives al pecado y a la tentación de seducir a otros, por tanto, debían ser encerrados como una mujer o vigilados como un niño.
Se propusieron abandonar la clandestinidad y la perversión al mismo tiempo, para afirmarse como personas normales. La homosexualidad se