Agenda Cultural UdeA - Año 1998 DICIEMBRE | Page 16

ISBN 0124-0854
N º 41 Diciembre de 1998 constituían los disfraces, que empezaban desde antes de la Nochebuena y se extendían hasta el 6 de enero. Las familias más acomodadas se visitaban entre ellas previo aviso. En la casa donde se anunciaba la visita se reunían amigos y vecinos, y como quienes llegaban disfrazados iban acompañados por los músicos, el baile era la consecuencia de la visita.
Los regalos mutuos entre parientes, vecinos y amigos en este mes, era una costumbre generalizada. La familia solía reunirse en torno a la preparación de dulces, tortas, buñuelos, hojaldres y platillos especiales, los que repartían en la Nochebuena las mujeres del servicio, a quienes era frecuente ver llevando y trayendo entre las casas dulces, regalos y vinos. En esta temporada era frecuente estrenar ropa y estar lo más elegante posible.
Para mediados del siglo XIX, la Navidad era antecedida de la novena al niño Jesús que comenzaba el 16 de diciembre y terminaba el 24. En las nueve noches de la novena se hacían desfiles por las principales vías de las ciudades y pueblos con rosarios cantados, los muchachos preparaban faroles y se entonaban villancicos. El aguinaldo y la inocentada del 28 de diciembre formaban parte del entretenimiento decembrino hasta llegar a la pascua navideña, momento de reunión familiar que concluía con la misma pascua a la cual se trasladaba la familia en pleno.
En algunas regiones de Antioquia como Puerto Berrío las Navidades son muy vistosas. El 7 de diciembre se encienden las velas en cada casa. El 8 se hace una procesión por las principales vías llevando en hombros a la Virgen y quemando pólvora, al llegar al río Magdalena el desfile continúa en chalupas y canoas.
El 16 de diciembre se empieza la novena y se arman los pesebres en las esquinas de los barrios, alrededor de los cuales los niños hacen la novena y cantan villancicos acompañados de sonajeros. El 24, al culminar la novena, se entregan los regalos a los niños que asistieron los nueve días; entre tanto en las casas se hacen los tradicionales natilla y buñuelos; en la noche se reúne la familia, se organizan los bailes y se da el traído a los niños. El 25 se hacen los paseos de olla a los charcos vecinos y al río Magdalena.
Notas bibliográficas 1. Isaza Vélez, Juan Luis. Un día para el fuego. Periódico El Mundo. 1996 2. Castro Carvajal, Beatriz( editora) Historia de la vida cotidiana en Colombia. Grupo Editorial Norma. Santafé de Bogotá. 1996. p. 445.
Luz Marina Restrepo Uribe es Comunicadora Asistente del Programa de Egresados, Estudiante del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia.